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martes, 29 de diciembre de 2015

Magos por un día

El Juez de Menores Emilio Calatayud ha escrito a los Reyes Magos pidiéndoles salud y amor para todos y que no les traigan móviles con internet a los chavales de menos de 14 años. Ojalá sus majestades le hagan caso, al menos en lo primero, porque lo de los móviles lo veo más complicado. Para una persona atea y poco materialista como yo, los reyes suponen el último y definitivo chantaje de estas fiestas, la trampa eterna de la bolsa o la vida.
Todos los niños occidentales creen en los Reyes Magos, todos los que pueden permitírselo, y somos muchos los padres que nos preguntamos ¿hasta cuándo mantener esta mentira? o, ¿cómo decírselo cuando llegue el momento? (en mi caso esto último se solventó una noche de enero en la que a los Reyes se les cayó un juguete musical por la escalera y mi hija mayor se despertó).
La pregunta de si es bueno ocultar a los niños la realidad es un tópico desde la historia de Buda. El pobre Siddharta tuvo que esperar a ser adulto para hacer una excursión fuera del palacio y descubrir la muerte, la vejez, la enfermedad y la religiosidad. Nosotros los europeos, que criamos a nuestros niños como pequeños príncipes, esperamos a que la vida o los informativos les expliquen en qué consiste todo eso, seguramente por eso, Carla, que la semana pasada perdió a su abuela, ha iniciado su carta a los Reyes con la siguiente frase: “que no se muera nadie más”.

Los cuatro encuentros de Buda
Creo que los niños deben crecer en contacto con la realidad, que vivir como pequeños budas no les beneficiará en su vida adulta, pero también que, como en la vida real, un poco de magia no está mal de vez en cuando. Es mi manera de integrar esta tradición consumista en mi forma de vivir la vida. Los Reyes en casa siempre traen libros, algún juguete, y a veces no traen lo que se les ha pedido con exactitud, porque también hay que entrenar la tolerancia a la frustración. Los Reyes lo son esa noche, pero la administradora de todo lo que traen soy yo, por el resto del año.

Así que por mucho cariño que les tengan nuestros hijos a los Reyes Magos o al ratón Pérez, los personajes principales de su vida ahora mismo somos nosotros, sus padres. Mis hijos no recuerdan con exactitud todo lo que los Reyes les regalaron el año pasado, pero sí se acuerdan de que fui con ellos a la cabalgata, o de cuál fue el juguete que estrenamos juntos al día siguiente. Aprovechemos ese protagonismo del que ahora gozamos para educar el resto del año y seamos magos por un día.

En cuanto a los mayores, a pesar de que soy republicana, todos los años los Reyes me traen algo, más que nada para no tener que dar explicaciones políticas la mañana del 6 de enero. Este año me van a traer el calendario benéfico del equipo femenino de rugby de la Universidad de Oxford, a favor de la lucha contra los trastornos de la alimentación. Es decir, uso a los Reyes para colar un mensaje, que sólo el deporte debería moldear el cuerpo de una mujer, nunca su mente, ni la opinión de otros.



jueves, 17 de diciembre de 2015

Suerte en la vida

Nunca he jugado a la lotería, hace muchos años compré un décimo y tuve la mala suerte de que resultó premiado. La historia tiene su aquél: resulta que un familiar siendo yo niña, me pidió que le comprara dos décimos de una terminación. Yo entré en la administración pero no obedecí, compré dos números distintos: uno con la terminación requerida, y otro que me había gustado a mí, y tocó en éste último.

Al cambio calculo que el premio serían unos 50.000€ de esta época. Los siguientes años tuve que soportar que muchos parientes me pidieran que les comprara lotería con penosos y humillantes resultados, por supuesto. Años más tarde, durante mis embarazos, volví a sentir la humillación de la lotería viendo cómo diversas personas frotaban décimos contra mi tripa, algunas incluso sin pedir permiso. La lotería y yo nunca nos hemos llevado bien, lo único que me gustaba de la lotería era el vals de Doctor Zhivago y ya también pasó a mejor vida.



Estoy en contra de los juegos de azar y a favor del esfuerzo y la lucha para conseguir los sueños. Cuando la gente me pregunta por qué no juego a la lotería, siempre respondo que porque entre mis aspiraciones no figura ser millonaria. Si esta pregunta sucede en Navidad, la respuesta suele ser "no, si yo tampoco, pero no quiero que les toque a todos estos cabrones y a mí no", así que el anuncio tiene razón, lo mejor debe de ser compartirlo.

Muchas veces la belleza es gratis
Y como siempre que hay dinero por medio, en la lotería se dan una serie de contradicciones que a mí desde la barrera me parecen muy graciosas: cristianos que buscan brujitas, décimos que duermen bajo un San Pancracio, premiados millonarios que gastan millones en juegos, matemáticos que predicen el futuro y todos los antisistema que conozco, que juegan a la lotería de Navidad, a pesar de ser una empresa estatal

A pesar de que es Navidad, muchas personas se gastan en la lotería una cantidad indecente, entendiendo por indecente aquélla que alimentaría a un niño, o a una familia, o pagaría vacunas, o libros. Muchas personas que se rasgan las vestiduras porque uno de cada tres niños españoles vive o ha vivido bajo el umbral de la pobreza, lleva un décimo en el bolsillo.


SanPa y su enorme responsabilidad
A las personas que no saben decir no, pero quieren romper con esta tradición esclava que nos compromete (desde los sindicatos hasta la panadería de la esquina), les diría que como ejercicio recuerden los momentos más felices de sus vidas y si el dinero era la causa... que sigan concursando, les deseo suerte en la vida.


viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Seré casta?

Qué difícil es ser uno mismo sin que lo insulten en las redes sociales. Esta mañana mientras desayunaba he visto en la televisión las agendas de los distintos candidatos para el día de hoy, y el resumen de las perlas que soltaron ayer. A Rivera le tocó defender a su número tres en Madrid por un desliz en el que debió confundir holocausto con festival benéfico y ETA con organización política, casi ná. Pedro Sánchez dice que ellos hacen campaña para ganar, como única alternativa de izquierdas, lo que me recuerda a un refrán que sólo he oído en Castilla, el que tiene hambre sueña con pan. Rajoy decide rebajar el IRPF a los mayores de 65 años que voluntariamente sigan trabajando, supongo que porque como a su partido, los avala la experiencia. El mejor, como siempre, Pablo Iglesias, que se ha dado un bañito de gloria en la Universidad  de La Laguna, basando de nuevo su discurso en criticar a la casta.

Inevitablemente me hago la pregunta, ¿seré yo casta? Cada vez que se opina contra Podemos en cualquier red social, sus adeptos se apresuran a insultar, a llamar casta al que opina, a más de otras lindezas como estómago agradecido, expresión esta última que nunca he acabado de entender, puesto que la única que alimenta mi estómago y el de mi familia, soy yo. Así que no sé a quién le tengo que agradecer qué.

Como ciudadana de a pie, simpatizo con la animadversión a los bancos que propugna Podemos. Obviamente me repugna que se haya rescatado a las entidades bancarias y dejado hundir a muchos otros, pero el concepto de casta, que inicialmente surgió en las tiendas del 15M para aludir a los bancos y a los grandes partidos (que según ellos eran algo así como los malos de la película), cada vez se extiende más, abarcando prácticamente a todos, quiero decir, a todos los que no piensan como ellos. Es lo que tiene el pensamiento dicotómico, que te encasilla en uno de los dos bandos, el bueno o el malo.  Esto inevitablemente me recuerda el discurso de muchos otros que, con el azucarillo del populismo, acabaron imponiendo la dictadura.



Así que resulta que si me opongo, soy casta, si pienso, soy casta, si voto a otro partido, soy casta, si pago mis impuestos y todo mi salario viene en nómina, soy un estómago agradecido. Creo que no voy a votar a Podemos, porque en su ideario político no encuentro el perfil de votante que quieren, me confundo. También es confuso su apartado dedicado a la transparencia, en el que especifican los sueldos de cada miembro del mismo, e indican que aproximadamente la mitad se dedican a donaciones, sin aclarar si esas donaciones son a favor de Podemos, para salvar a las ballenas o en pro de la liga homosexual, porque eso sí, si eres homosexual no eres casta, aunque existan homosexuales en todas las formaciones políticas, y sea gracias a uno de los partidos de la casta que los homosexuales hoy día puedan contraer matrimonio.

Podemos se define como un intelectual colectivo, cuya única jerarquía es a favor de la comunidad. Esto me recuerda mucho al ideario de Falange Española, así que me he ido a su página web y he hecho una serie de traducciones:

                PODEMOS                                                                     FALANGE

Colectivo de individuos éticamente superior    Unidad de destino en lo universal
Obrero                                                                              Católico
Pueblo en marcha                                                          Cruzada
Élite creadora                                                                  Autoridad, jerarquía y orden
Ciudadanía, ilusión, dignidad y soberanía        Unión, cooperación fraterna, amor




Ambos idearios me resultan igualmente atractivos: hacer la revolución social o católica, acabar con la crisis de fe que es la lepra de nuestra sociedad, con las clases sociales que intentan imponernos su doctrina mayoritaria. Ser un referente mundial de personas con unos valores superiores. Me encanta. Sólo espero que tras el 20D, si no se cumplen sus deseos, Iglesias no amenace con convertirse en calabaza como hizo Kirchner hace un par de días. Iba a hacer el chiste fácil del príncipe azul con Errejón, pero se me ha fastidiado, porque ése ya es sapo.

Íñigo Errejón

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Las campañas las carga el diablo

Mi programa de televisión favorito cuando veía la tele era Las noticias del guiñol. Lo dejaron de emitir porque en este país los políticos y demás personajes de la esfera informativa, tienen la capacidad de autocaricaturarse, y se acababan pareciendo tanto a su guiñol que el programa ya no ofrecía nada relevante. Lástima.
Esta mañana el cielo estaba bastante gris cuando iba a mi trabajo. El día prometía ser gris en general, con la mitad del país desperezándose tras un largo puente y resignándose en volver al trabajo y encontrar el acumulado de cuatro días.  De repente he oído en la radio que se celebra el Día Internacional contra la Corrupción y lo he entendido todo. Supongo que hoy todos deberíamos llevar un lazo gris de luto por la integridad de quienes tienen la oportunidad de gestionar los bienes de otros y la aprovechan para lucrarse.  Y como se suele decir que la corrupción es el cáncer de nuestra clase política, Facebook debe estar hoy lleno de velas para que nuestros políticos y demás gestores se curen de ese mal.

Velas por la curación de los corruptos
No entiendo por qué tiene que haber un día internacional dedicado a la corrupción. No creo que sea algo sobre lo que merece la pena reflexionar. La única reflexión que saco en claro es que en una sociedad democrática los elegidos por el pueblo para gestionar los bienes comunes están al servicio de todos y no al contrario, como parece algunas veces. El caso es que parece haber muchas vocaciones políticas desde que los seminarios están menos llenos (se cambia el púlpito por el escaño), pero no siempre esas vocaciones lo son de servicio público. ¿Se podrá acabar con la corrupción a fuerza de hacer las gestiones públicas más transparentes? Entiendo que en parte sí, aunque el ser humano seguirá enquistado en determinados aspectos de su evolución como desde hace miles de años, y uno de esos aspectos es el egoísmo que prima al individuo sobre la especie, contra toda predicción biológica razonable contraria.

En un día gris, triste y corrupto como éste de otoño tardío, entiendo que uno sólo se puede refugiar en la fe, y resulta que pienso lo mismo que monseñor Rodríguez Plaza, arzobispo de Toledo, que en su homilía del día de la Inmaculada Concepción, entró al análisis político y sugirió que los atentados de París se deben al vacío espiritual de la sociedad europea, que empuja a nuestros jóvenes a vivir vidas vacías (eso en mi época era pasar horas jugando al Tetris, pero ahora debe ser ponerse un cinturón de explosivos). No contento con eso, monseñor, pasó al análisis sociodemográfico y dijo que el problema de la mujer en España es que busca su liberación evadiendo la maternidad (con unas palabras menos amables hacia mi género).

Monseñor Rodríguez Plaza, por la gracia de dios

Me es muy difícil ser respetuosa con personajes así, que siento que no lo son conmigo, en este caso como mujer y ciudadana europea. No estoy a favor del aborto como método anticonceptivo, por supuesto, y además creo que debería ser el último recurso al que se vea forzada una mujer, pero él, como hombre y supuestamente célibe, no creo que deba permitirse opinar tan a la ligera sobre temas que no son de su terreno. No podemos pedir a los imanes que no hagan apología del terrorismo desde las mezquitas y permitir que en las iglesias, que también se mantienen en pie con nuestros impuestos, las pisemos o no, se coaccione a las mujeres sobre cómo manejar su fertilidad, se diga a los dirigentes cómo tienen que obrar y hasta en ciertas ocasiones se pida el voto, que las campañas las carga el diablo.

Vuelvo a casa y me enfrento a una nueva noticia, de corrupción empresarial, no política. Wolksvagen afirma que las supuestas emisiones contaminantes no lo eran tanto, unos 36.000 coches al año (no se sabe cuántos años). Este día, inevitablemente, tenía que ser gris.

A pesar de todo, el día casi ha terminado y yo quiero seguir pensando que el gris sólo es un tono intermedio, una cortina que abre paso a colores más brillantes, a cielos que volverán a llenarse de luz, como el de París.


sábado, 5 de diciembre de 2015

1460 NOCHES

Hola, me llamo Esther, y soy una indecisa.  Así es como me imagino el comienzo de mi próxima terapia, porque por más que me debato internamente, no sé a qué partido votar en las próximas generales. Todo son cuentas atrás, todo son encuestas y siento que ninguna habla de mí, como en la canción de Sabina. No me consuela saber por los informativos que pertenezco a ese 25% de los electores, no me ayudan las encuestas, las estadísticas ni siquiera los chistes gráficos, aunque estos últimos me hacen reír. Quiero decidirme y no lo consigo.




Uno de los principales defectos que tiene el quehacer político en este país es que se vota a un partido pero toda la campaña se centra en el candidato a presidente, cosa que engrosa el ya crecidito ego de los susodichos candidatos y filtra toda la información, puesto que llega a ser más relevante si Albert Rivera lleva corbata a qué piensa su partido sobre inmigración ilegal o aborto o educación (en esto último da igual, la ley de educación es la menos orgánica de todas, se respeta menos en este país, que los derechos humanos en ciertas partes del mundo). Voy a hacer un repaso por los cuatro líderes principales para justificar mi indecisión, y mi necesidad de terapia… sigo el orden que dictan las encuestas.

Mariano Rajoy, estoy pensando qué puedo decir de él que no lo ridiculice, en fin, es uno de los pocos hombres del mundo que aun teniendo barba no me resulta atractivo. La frase estándar de Rajoy en esta campaña es algo así como que España no está para experimentos (vaya, en esto estoy de acuerdo) y que por tanto no debemos darle oportunidad de gobernar a gente sin experiencia. La experiencia nos avala, creo que es su slogan. Usando un símil paternalista, para no desdecir con la filosofía de su partido, yo diría que a ser padres tampoco se nace sabiendo, es la labor más importante a la que se enfrenta una persona, y no todo el mundo por inexperto mete la pata. En fin, de Rajoy no me gusta nada, aparte de que no considero que haya gobernado él, y que se rodea de los mismos de siempre, por lo que las nuevas ideas y tendencias, si las hay, no afloran en este partido. Hablando honestamente pienso que en lo económico, el país está mejor que hace cuatro años, pero no por los datos estadísticos a los que tengo acceso, sino por lo que veo en mi día a día, en la calle, en mi ciudad, en mi pequeño círculo, en los atestados centros comerciales de gente consumiendo. Rectifico, no sé si eso es estar mejor, pero el dinero circula, al menos el dinero que nadie ha robado aún.




Albert Rivera hasta la fecha no me cae mal, como dicen en Castilla, es majo. Lo que pasa es que mi instinto animal me hace desconfiar de lo desconocido, especialmente de esas largas filas de desconocidos que figuran en sus listas, muchos de ellos tan oportunistas y electoralistas como sus innovadoras y arriesgadas propuestas (eliminar el Senado). Y tengo miedo, temo que muchos de ellos estén tentados por ese segundo y repentino puesto que les otorgan las encuestas, que se vean de la noche a la mañana con la oportunidad de gestionar, y hayan llegado ahí con otras intenciones. Esto me recuerda a la escena de Superman, cuando el maravilloso y ultrairacundo Perry White, director del Daily Telegraph, se pregunta si hay palabras que inexorablemente, están condenadas a ir siempre juntas, como judías y chorizo, o política y corrupción.  En fin, y como dice una de mis citas favoritas de la Biblia, puesto que no eres frío ni caliente, te vomitaré (Apocalipsis 3,16). Echo un vistazo por encima al programa de Ciudadanos, y no encuentro claras posiciones respecto a muchas cosas, tibiedad. 




Pedro Sánchez debe ser algo así como el hijo que Zapatero y Rubalcaba nunca tuvieron, por suerte. No tiene carisma, no tiene argumentos, no tiene dialéctica y tampoco sabe callarse a tiempo, pero tiene una sonrisa imperturbable que lo mantiene a flote. Vale, puede que le tenga manía, pero es que yo siempre he preferido a Carme Chacón, tanto, que probablemente no estaría indecisa si ella fuera la candidata de este partido. ¿Qué ha hecho Pedro Sánchez con esa maravillosa oportunidad que le ha dado la vida de aprender durante cuatro años de oposición? Nada. Improvisar, decir lo que parece que los ciudadanos quieren oír, mejor dicho, lo que quienes contestan las encuestas quieren oír. Cada vez que improvisa, que es cuando se le escapa su propia opinión, mete la pata. Entonces aparece al rescate su gabinete femenino, que es algo así como la parada de los monstruos, feas por fuera y por dentro, furiosas feministas que casi siempre lo empeoran todo. Pedro presume de que es el partido más feminista de España, pero estoy en su web y sólo veo su foto, no consigo encontrar a las candidatas, por suerte para mí.




Y por último, quien nos liberará de la opresión imperialista, Pablo Iglesias. No quiero hablar muy mal de él, porque sé que pronto se suicidará, como dice el chiste, arrojándose desde lo alto de su ego. Sólo diré que a los comunistas se les pide lo que se decía de la mujer del César: no sólo ser decente sino parecerlo. De Marx se dice que llegó a dejar morir de hambre a tres de sus hijos (fue por tuberculosis y bronquitis causadas por las malas condiciones a las que su ajetreada vida llevaron a toda la familia). Yo a Pablo no le pido tanto sacrificio. De todos los datos que ofrece publicar en virtud de la transparencia, sólo quiero que haga público el informe de su vasectomía, para mi tranquilidad. Da igual, me consta que habrá muchos más como él, es más, pronto algún fabricante textil se llenará el bolsillo con camisetas que pongan Yo fui engendrado en el 15M, porque allí, además de hacer el amor y dar mucha guerra, fue donde personajes como Iglesias o Errejón, decidieron erigirse en adalides de los desesperados, de ésos que creían que no tenían voz hasta entonces, de aquéllos a los que empezó a molarles la política porque se hacía en tiendas de campaña. Aún así, y volviendo a las generales, frente a este candidato no me siento indecisa, sino ofendida. Me ofende su descaro, su chiste fácil y soez, su utilización de la desesperación de muchos para prometer una salvación que está muy lejos de ser tal, su desprecio por los que tienen una posición a costa de luchar por ello. Comunismo no es conseguir que el neurocirujano cobre lo mismo que el barrendero, sino que todo el que aspire a ser neurocirujano, pueda serlo.




Dado que no saco nada en claro de los cuatro candidatos, voy a los programas y me acuerdo de lo que continuamente me preguntaban los alumnos cuando era profesora de literatura (todos tenemos un pasado)  y les mandaba leer un libro. ¿De esto, no han hecho película? Y yo siempre les decía que sí. que yo la había visto para no poner en el exámen lo que salía en la película, aunque obviamente era mentira. Creo que voy a ver el debate, que es como una película, porque tengo muchas lecturas pendientes en torno a las 300 páginas, cosas que de verdad me cambiarían la vida, o me la harían más agradable.

Cuando ya estaba a punto de terminar esta entrada, he oído en la radio que la Universidad Complutense en colaboración con otras universidades, ha elaborado un programa para gente como yo, indecisa, y me he ido directamente a la web del mismo, que se llama Horizonte 2015. En virtud de la transparencia, publico mis resultados, aunque confieso que sigo indecisa.




Este programa me ha gustado bastante, aunque está basado en datos muy simples, no en programas electorales concretos, por razones de tiempo, según decía su director en la radio. Utiliza los argumentos que más pueden distanciar las posiciones de uno u otro partido y los enfrenta en la encuesta para determinar la posición del encuestado. Lo que más me ha gustado es que después, te ofrece las respuestas que cada partido da a la misma encuesta. Curiosamente Ciudadanos es el que en mayor número de ocasiones contesta Ni de acuerdo, ni desacuerdo, ¿por qué será?

Lo peor no es qué partido saque más votos, sino qué coalición extraña se aliará para conseguir gobernar esta isla política a la deriva que es España. Me acuesto cada noche pidiendo a dios que ilumine mi decisión, pero probablemente porque soy atea, esa luz no llega. Confieso que en ocasiones he votado en blanco, pero esta vez no quiero hacerlo, quiero decidirme. Cuatro años son 1460 noches. No quiero pasar en vela las próximas 1460 noches pensando que no tuve nada que ver, que no fui partícipe de aquello que nos sobrevenga.




martes, 1 de diciembre de 2015

Rosas en la niebla

El domingo me perdí con mi hija pequeña en la montaña como se perdía Cipriano Salcedo en los callejones del húmedo barrio de San Pablo, inmersas en una profunda y húmeda niebla que mojaba todo (incluidas nosotras) y no nos permitía ver más allá de diez pasos. 


 La niebla es uno de los fenómenos meteorológicos más difíciles de asumir para una andaluza afincada en Valladolid: días enteros sin ver el sol, sin ver casi la casa de enfrente, aprender a conducir dentro de una nube perenne. Sin embargo el domingo, lo convertimos en una aventura: ver el paisaje otoñal en toda su autenticidad, o lo poco que del mismo se dejaba ver.



 Nos adentramos en el bosque de pinos enfrentadas a dudas semejantes a las que asaltaron a nuestro amigo Cipriano: en su caso, las de la fe en la doctrina católica, en el nuestro, la fe en que nuestro sentido de la orientación nos permitiera terminar el archiconocido recorrido con éxito.


Nuestro archiconocido recorrido
Paseábamos buscando las huellas de la niebla en el paisaje, ésas que si todos los días saliera el sol no habríamos llegado a conocer, recreándonos en la humedad del suelo que delata el paso de distintos animales, las gotas titilantes, la variedad de setas, líquenes y musgos que durarían poco bajo el maravilloso sol de mi tierra, ése que aquí los días como el domingo, ni se sospecha. Cuando llegué a Castilla hace quince años, mi estado de ánimo era luminodependiente, o como diría un psicólogo, tenía episodios de trastorno afectivo estacional. Recuerdo especialmente una convalecencia de varias semanas en la que, desde mi cama, veía sólo el cielo por la ventana de la habitación, y todos los días tenía tonalidad de cuaresma: lunes de ceniza, martes de ceniza, miércoles de ceniza…y así hasta el domingo y vuelta a empezar. Creo que fue mi peor etapa, en lo personal y en lo meteorológico. Con el tiempo, sin embargo, aprendí a valorar el hecho de que el sol, aunque no lo veamos, sigue ahí, y aparece el día menos pensado.

 Con el paso de los años incluso he conseguido que la niebla no me disguste, como el domingo: sumergirme en ella y disfrutarla. En realidad, todo lo tenebroso es siempre más interesante por la intriga de lo desconocido. Pasa esto en los personajes del cine, por ejemplo: a nadie le gustaría tener un asesino múltiple como vecino, pero en la pantalla, con la seguridad que nos proporciona la butaca de cine o el sofá de casa, nos interesan los asesinos múltiples, terroristas, violadores, ladrones de bancos, traidores a la causa y una larga lista de personajes de, digamos, nebulosa reputación. Y claro está, casi ningún director se atreve a hacer una película sobre la vida de una limpiadora (excepto Ken Loach, que yo sepa).


Y respecto al sobrevalorado sol, la Agencia Espacial Europea ya ha advertido de que una de las posibles causas que acabaron con la atmósfera de Marte fueron unas potentes llamaradas solares, y que nuestro planeta sería el próximo en la lista, caso de volver a producirse este fenómeno en la actividad del Sol. Es decir, estamos expuestos a que la actividad de nuestra estrella favorita acabe condenándonos al mismo final que sufrió el pobre Cipriano Salcedo “a veintiocho días del mes de mayo de mil quinientos cincuenta y nueve”.

El final de Cipriano o su liberación



En fin, si ése es nuestro destino, no servirá de nada haberse convertido al catolicismo. He revisado cuidadosamente el santoral y no he localizado ningún santo que tenga poderes protectores contra las llamaradas solares. Por mi parte, si tuviera ocasión de elegir, espero que el fenómeno solar me sorprenda como les ocurrió a los amantes de Pompeya, o como dice una de mis canciones favoritas, que sean unos brazos de sol los que acaben conmigo.

Amantes de Pompeya


jueves, 26 de noviembre de 2015

Gracias Pelayo

Para ser un país de caínes dialogamos mucho, muchísimo. Nos pasamos la vida entre mesas de negociación y comisiones de control, pero como decía Machado, mayormente bostezando, o muriendo, pero sin pronunciarnos.


 Mañana se cumplen dos semanas de los atentados de París y cada día vemos a Hollande volar de un rincón a otro del mundo buscando aliados y ¿qué ha dicho el vecino más cercano? Nada. O casi nada. Hoy, se han reunido algunos partidos políticos, ni siquiera todos, para decir que hacen "un pacto contra el yihadismo". Faltaría más, después de catorce días, por lo menos a algunos de nuestros políticos les repugna lo que pasó en París, que no a todos.

Hollande está consiguiendo compromisos de apoyo por doquier: Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, una débil palmadita de Italia y nosotros seguimos dialogando. Hasta de la sangre se saca en este país rédito electoral. Europa responde, España comunica. Continuamos en la España del vuelva usted mañana, ésa que hizo que se suicidara Larra. Mientras tanto, aunque no hagamos más que dialogar, resulta que estamos en una lista de países objetivo del Daesh, que asegura que su califato se extenderá por encima de nuestras fronteras y poco menos que arderemos en las llamas de su guerra, santa, claro está. ¿Se puede dialogar con el Estado Islámico? Podemos, mientras nos queman en una jaula, degüellan a nuestros periodistas, crucifican cristianos, acribillan a balazos a niños o masacran obras de arte (sólo sé esto de oídas, porque no he sido capaz de ver ninguno de los vídeos que desgraciadamente pululan por la red sobre estas atrocidades, pero están sobradamente documentadas). 


Bueno, todo eso pasa lejos, nosotros dialoguemos, mientras nos cuelan la semilla del terror a través de la red, reclutan a nuestros jóvenes para su terrible causa, organizan atentados en nuestro territorio y hasta viven de nuestras subvenciones y con ellas se fabrican centros de reunión a los que, en ocasiones, llaman mezquitas. No quiero ofender a nadie, tengo amigos musulmanes, desde mi ateísmo respeto a todos, mejor dicho, a todos los que me respetan a mí, que sólo creo en la química (y porque dicen que el amor es química, que si no, ni eso).

Y como en este país de charanga y pandereta tiene que haber de todo, salen voces como la de Juan Luis Cebrián, que hace unos meses, tuvo el atrevimiento de culpar a Pelayo, por iniciar una insidiosa reconquista que expulsó a los musulmanes de nuestro territorio. Se supone que ahí empezó todo. Entiendo que después de aquellas palabras, el señor Cebrián donaría sus propiedades al Daesh para autoexculparse, además de pedir públicamente perdón a los más de mil millones de habitantes de América porque Colón les presentó en nuestro nombre a los hermanos Cortés y posteriormente al sarampión, amén de un largo ectétera, que para estragos históricos nos bastamos en este país. 

Si Pelayo no hubiera iniciado su campaña, otra guerra territorial disfrazada de religiosa (no aprender de nuetros errores es lo que va a hacer que nos extingamos como especie), seguramente seríamos un estado musulmán con aspiraciones democráticas, encenderíamos una vela a Europa y otra al Daesh, y quizás esa bipolaridad nos podría hacer derribar aviones rusos que violaran nuestro espacio aéreo, quién sabe. Si Pelayo no hubiera iniciado la reconquista, probablemente las mujeres de este país apenas tendríamos acceso a la educación, ni a la información (mucho menos internet), sufriríamos vejaciones desde niñas por el hecho de ser mujeres, destacando entre ellas, la humillante ablación del clítoris, no podríamos decidir casi ningún aspecto de nuestras vidas, incluida la libre elección de la creencia, que es parte esencial  del ser humano, puesto que eres y te comportas como aquello en lo que crees.



Pelayo nos sumió en varios siglos de Edad Media oscura y terrible. En nombre de la fe cristiana, se hicieron cosas horribles, muchas de ellas en América, qué casualidad, otra vez religión unida a intereses territoriales. Los musulmanes del siglo VIII, como muchos musulmanes actuales, eran cultos, avanzados, liberales y limpios, mucho más limpios que los cristianos. No es su fe, la que nos enfrenta, la que nos condena a no entendernos, es su utilización como vehículo de un adoctrinamiento que anula la persona y la convierte en brazo ejecutor de órdenes, en peón del ajedrez que ellos mismos nos trajeron.

Pelayo sólo cumplió su papel en nuestra historia, que por lo demás tiene muchos otros episodios avergonzantes. Creo, y en eso doy la razón al señor Cebrián, que habría sido maravilloso poder mantener la convivencia entre las tres culturas de la que gozaron durante siglos ciudades como Toledo o Córdoba. Lo que pretende el Estado Islámico no es la Europa de las tres culturas, son terroristas, aunque los partidos que no han firmado el pacto antiyihadista no los consideren como tales y algunos que sí lo han firmado lo acepten con la boca pequeña. Y los terroristas no dialogan.

Gracias Pelayo, porque seguramente es por ti que aún conservo mi clítoris, ése que están a punto de perder 4 millones de mujeres y niñas en Irak. Y nosotros, bostezando.




martes, 24 de noviembre de 2015

Da la cara

Esta mañana me he levantado con una nueva convocatoria por WhatsApp, en esta ocasión para protestar contra el feminicidio sustituyendo nuestra imagen de perfil por un lazo violeta en señal de protesta. En lo que va de año, 48 mujeres han muerto a manos de sus parejas, no considero que ninguna de esas muertes fuera un feminicidio, ninguna murió sólo por su condición de mujer, murieron porque no supieron escapar a tiempo, porque no denunciaron, porque no pidieron ayuda, porque nadie acudió a sus gritos, porque no se defendieron o no tuvieron oportunidad de hacerlo, porque confiaron en la persona equivocada, porque estaban en el lugar equivocado, porque creyeron que estaban solas, porque alguien les dijo que había que aguantar.

Lo repugnante de estas muertes es que se producen a manos de la persona en quien más has confiado, aquélla con la que has hecho tu proyecto de vida, quién nunca pensarías que te iba a dañar. Tengo hijas, no pienso que nadie las vaya a asesinar por ser mujeres, tengo un hijo, no creo que sea un asesino en potencia.

Lo siento, no creo en el poder de los lazos. No necesito mostrar con un lazo que estoy en contra de la violencia de género, de la violencia en general, la simple duda me ofende. Creo que es el momento de pensar de verdad en por qué a pesar de las campañas institucionales o sociales, de las penas cada vez más disuasorias y de las medidas judiciales protectoras, estos asesinatos siguen aumentando, además de los casos de maltrato que no tienen tan terrible final.


Siempre he odiado los estereotipos. Soy mujer, heterosexual, me encantan los hombres y me gustan precisamente aquellas cosas que nos diferencian de ellos. Nunca he considerado que tuviera que pedir permiso para tener los mismos derechos y privilegios que un hombre, simplemente me los he tomado como propios. Convertir el problema de la violencia de género en una guerra de géneros, en la que ensalzar las bondades de un género se consigue demonizando los defectos del otro no es el camino. El problema de la violencia de género es social, afecta a toda la sociedad (hay casos en cualquier estrato social, en cualquier lugar de nuestra geografía) y por tanto es la sociedad quien debe resolverlo, apoyándose en las instituciones, por supuesto. 


Ésta es mi propuesta: da la cara contra la violencia de géneroCoeduca a tus hijos e hijas en la igualdad, no fortalezcas la guerra de sexos. No repitas los estereotipos, no cuentes chistes feministas, ni machistas (yo misma lo he hecho). No alimentes el odio contra el príncipe azul, enseña a tus hijos a decir no, a ser valientes, a amar las diferencias, a dialogar. Denuncia todas las situaciones de desigualdad que tengas al lado, ofrece ayuda, pregunta a esa vecina que hoy tiene mala cara, mantente alerta, escucha lo que te cuentan tus hijos del colegio. Y nunca, jamás, conviertas a tu padre a tu marido a tu hermano a tu hijo en un asesino usando la terrible frase "todos los hombres son iguales", porque precisamente quien me ha convocado a la campaña esta mañana, ha sido un hombre. Creo que cuando consigamos hacer todo esto, nos podremos poner un lazo, o incluso una medalla, que merecida la tendremos.

Y a pesar de que la Ley Orgánica contra la violencia de género los deja fuera, porque sólo considera víctimas a las mujeres, ser hombre no te protege de sufrir una agresión por parte de tu pareja, y desgraciadamente son muchos los hombres que mueren cada año de esta forma.




lunes, 23 de noviembre de 2015

Rendidos al arte

En Valladolid hay un sitio donde se enseña a vivir bailando. Hay muchas formas de vivir, también hay muchas escuelas de baile, pero mis hijas van a Bailarte, que es una escuela de baile y vida. Las dos hermanas que la gestionan, Amaya y Macarena López Menchero, son un ejemplo diario de trabajo y esfuerzo, tanto para los alumnos como para nosotros, los padres.

En Bailarte se aprende ballet, se aprende flamenco, se aprende a bailar sevillanas y se aprenden danzas urbanas, además de teatro y canto, pero también se aprende respeto, disciplina, tolerancia, esfuerzo, autonomía y muchos otros valores que como mejor se pueden enseñar es con el ejemplo. Porque tan importante es recibir una clase maestra de las bailarinas del ballet de Moscú, como ir a bailar en Navidad a la residencia de ancianos de nuestro barrio para alegrarles un poco el día a los abuelos que allí están.

Bailar genera endorfinas, tonifica la musculatura y nos relaja. Ayuda a combatir el estrés, mejora la autoestima y la propiocepción, facilita la cooperación y el trabajo en equipo y nos permite expresar emociones usando la música como hilo conductor y a nuestro propio cuerpo como canal de comunicación. Nos hace evadirnos, nos oxigena y mejora nuestra autoestima. 


Hoy las hermanas López Menchero han reinaugurado su escuela, ubicada desde principios de este curso en un nuevo local de la calle Velázquez, más grande, más equipado, pensando siempre en los alumnos. La celebración ha consistido en un festival de actuaciones de la escuela que hemos disfrutado todos los que nos consideramos parte de esta gran familia llenando el Auditorio de la Feria de Muestras. 

Escribo esta entrada para agradecer a Amaya y Macarena su profesionalidad, su dedicación y el cariño que han demostrado hacia los alumnos, así como la ilusión que ponen en cada nuevo proyecto y el interés que muestran por las familias que llevamos allí a nuestros hijos. Es un entusiasmo contagioso el que transmiten y por eso los acompañamos en todos sus proyectos, y con ellas bailaremos siempre hasta caer rendidos, rendidos al arte.




domingo, 15 de noviembre de 2015

Teatro a barlovento

Hoy hemos cenado sopa de pescado. Mi hija pequeña y yo hemos tenido la suerte de amarrar en el teatro Calderón, en la clausura de los Encuentros Te-Veo 2015, con Gorakada Teatro, no podía imaginar un final mejor.

La obra de esta tarde era  Moby Dick, en una fantástica adaptación de Julio Salvatierra. Gorakada, una vez más, ha demostrado que quienes cuentan la historia son las personas, no los escenarios, y con una escenografía simple pero original nos ha llevado de un puerto a la mitad del océano, nos ha hecho reír y casi llorar y nos ha despedido bailando con la promesa de encontrarnos en otro puerto. 

E igual que hay ballenas que sí saben cantar, también hay compañías que integran la música en directo dentro de la escena, y así, de la mano del maravilloso Fran Lausen hemos aprendido que un violín puede sonar como el resoplar de un cachalote, y nos hemos emocionado a ritmo de pizzicato esperando a que Moby Dick apareciera, y hemos bailado Katiusha con el acordeón de Unai Laso.



Hacer divertida una historia como ésta no es fácil, hacerla tierna, menos aún. Desde aquí quiero agradecer a Gorakada teatro lo que nos han hecho disfrutar esta tarde y a la Asociación Te-veo por pensar en el público infantil. Gracias a su selección de espectáculos, ayer pudimos ver a Joan Miró convertido en coreografía de la mano de Arcaladanza. Esperamos con gran ilusión cada año el mes de noviembre para ver teatro a barlovento.


sábado, 14 de noviembre de 2015

Algunas varitas sí que son mágicas

Esta noche me han disparado los contrabajos, me he enfrentado al ejército japonés a orillas del río Kwai y he hecho el amor con Lara Antipova. No es que haya hecho un maratón de cine en casa, aunque las nieblas del día invitaban a ello, es que he asistido al maravilloso concierto de la Film Simphony  Orchestra, un concierto para cinéfilos y amantes de la música sinfónica, o según los objetivos que mueven a su director, para cinéfilos que se acercan a dicha música.

Constantino Martínez-Orts, cuyo currículum es más extenso que sus vestiduras, y ya es decir, en su afán por divulgar la música sinfónica decidió especializarse en música de cine, y así surgió la Film Symphony Orchestra, que es capaz de transportarte al cine con los ojos cerrados y así recorre España en su gira anual llenando cualquier recinto al que se enfrenta, incluido Las Ventas,  con 10.000 personas en su último concierto.
Desde mi fila 15 me siento en un bosque: los violines son las ramas de los árboles, meciéndose con el viento, y a su lado tintinea un arroyo maravillosamente pulsado por Ana Reyes, la arpista. La flanquea al piano Bautista Cármena, especialmente protagonista en temas como La teoría del todo, que a mí me ha encantado. Detrás los instrumentos de viento, desde la dulzura de las flautas hasta el fragor de los trombones y al fondo, como siempre, la percusión disciplinada o terrible, según su intensidad.


Cada intervención del programa resume una película en una interpretación musical de tres o cuatro minutos. En cada una de ellas cobra protagonismo un instrumento, así tenemos el solo de flauta en E.T., el apasionado duo de violines en Leyendas de pasión o el acordeón en Doctor Zhivago.

El entusiasmo del director es contagioso y se percibe en cada saludo al público, pero la respuesta del público es proporcional. Parece estar esperando con ansia la última nota de cada tema para aplaudir con fervor. Cuatro bises hemos conseguido, y en uno de ellos bailaron hasta los contrabajos. En otro. Constantino propone al público hacer una intervención a medias, silbando la canción de El puente sobre el río Kwai mientras la orquesta toca piano de fondo, así que hoy puedo decir que Martínez-Orts me ha dirigido. Aún ahora, mientras escribo, revivo parte de la emoción del concierto escuchando el cd de la pasada gira, que por supuesto me compré.



El concierto se termina, inevitablemente. Antes he estado corriendo entre dinosaurios, luchando por la supervivencia del planeta y al pie de las colinas del Ngong, y todo esto porque algunas varitas, o batutas, sí que son mágicas.

Verdugos a la carta

La muerte no reivindica nada, no defiende nada, no da razones, las quita. Anoche París fue sumido en la barbarie, ante la espantada mirada de toda Europa, en directo, por la televisión, por internet. Yo era una de esas personas que veían horrorizadas cómo llegaban ambulancias y sólo salían cadáveres. Recordaba entonces cuando estuve como psicóloga voluntaria en el 11M, en el IFEMA, acompañando a los familiares de las víctimas: allí había miles de personas sufriendo, y les daba exactamente igual si había sido ETA o Al Qaeda quien había perpetrado aquella catástrofe, sólo tenían su sufrimiento, su pérdida.

Ayer leí que Estados Unidos había comunicado la muerte del tristemente famoso verdugo del Estado Islámico. No me alegré por ello, pensé, como se está confirmando, que ellos tienen verdugos a la carta. Es fácil matar si uno está convencido, si hay un paraíso esperando. Matar impunemente, sin posibilidad de réplica, a una persona atada e indefensa, inmolarse en un mercado lleno de niños (aunque esté al lado de una comisaría), entrar en una discoteca donde sabes que nadie tiene un arma, que no hay respuesta posible.

Sembrar el miedo, desestabilizar, e imponer su ley y su desorden es lo que pretenden. Quieren invadirnos, iniciar una guerra y la religión sólo es un hilo conductor, una excusa para captar adeptos, para engañar a quienes necesitan creer. Me gustaría saber qué piensa alguien antes de inmolarse en medio de la multitud, probablemente piense que está entrando en la historia. Pues bien, desde aquí quiero decir que no es así, simplemente está acabando con su propia historia. Y si son muchos los verdugos, más somos los que no vamos a consentir que nos impongan su reinado medieval.

Soy París, soy Londres, soy Madrid, soy la maratón de Boston, soy un avión ruso que cruza el Sinaí y voy a ser todas las cosas que tenga que ser hasta que acabemos con los asesinos de nuestra libertad. Estamos en guerra, y esta guerra la vamos a ganar. Quieren imponernos la Edad Media, y va a ocurrir de nuevo como entonces: la luz de la razón acabará con las tinieblas de la barbarie. La torre Eiffel volverá a brillar.


martes, 10 de noviembre de 2015

El tejado de mi ópera

El tejado de la ópera de Praga está ornamentado por diversas estatuas de músicos que hicieron méritos en su momento para merecerse un lugar así, Mendelssohn entre otros. A pesar de que el padre de Mendelssohn abandonó tempranamente la fe de Abraham y sus hijos no recibieron educación religiosa, cuando los alemanes llegaron a Praga, una de las primeras órdenes de "limpieza" fue desmontar la estatua de aquel músico judío degenerado del tejado de la ópera. La novela Mendelsohn está sobre el tejado, del checo Jiří Weil, cuenta cómo ocho obreros checos fueron enviados allí por su capataz, un tal Julis Schlesinger. Ni Julis ni los ocho obreros tenían conocimientos musicales como para distinguir la fisonomía de Mendelssohn entre todas las estatuas de músicos de aquel tejado, pero a ninguno se le ocurriría, dadas las circusntancias, bajar a preguntar al oficial de la SS de turno. La novela cuenta en su primer capítulo cómo, tras un pequeño debate, los obreros deciden tirar la estatua que tenga la nariz más grande, considerando éste atributo suficiente de la apestosa sangre judía, así que, tras fijarse bien, comienzan a desmontar la del devocionado Wagner...

Ópera de Praga coronada por sus músicos
Seguramente si los alemanes hubieran ganado la II Guerra Mundial, millones de personas no habrían podido casarse con la marcha de Mendelssohn, aunque no creo que por ello les hubiera ido mejor o peor, igual se habrían casado y siempre es mejor sellarlo con un toque musical, supongo. Los alemanes no ganaron la guerra, pero algo de su filosofía debió quedar en Europa, porque aún mantenemos las alertas sobre a quién debemos arrojar de nuestro tejado, según el día. Veo el informativo y me entero de que hoy llegan los primeros refugiados sirios a Madrid, y cualquiera sentaría un sirio en su mesa, sin embargo, entro en cualquier red social y hay auténticas campañas para arrojar de nuestro tejado a cualquier producto que parezca ser catalán, aunque no lo sea, aunque sólo esté en esa lista de supuestos productos catalanes por tener la nariz grande. Lo más gracioso es que quienes promueven ese tipo de boicot lo hacen enarbolando un nacionalismo, presumiendo de amor a la patria y cargando contra aquellos que supuestamente la quieren desmembrar.

Yo por convicción soy internacionalista. Ser nacionalista es lo natural, no serlo sería como no amar a la propia madre, pero sin negar lo propio, dar sitio en nuestro tejado a quienes vienen de fuera y lo merecen, es lo que nos puede hacer crecer. Quiero que en mi tejado crezcan muchos Mendelssohn, o al menos todos los que yo quiera que estén, no los que me digan. Pienso, luego no me da miedo sentirme diferente.