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jueves, 29 de septiembre de 2016

No me da pena Pedro Sánchez

El informativo de hoy ha sido monotemático y no se ha emitido desde la calle Ferraz por cuestiones de tráfico. El título de esta entrada hace referencia al primer verso de un poema de Nicolás Guillén al que Pablo Milanés más tarde puso música, que quiero dedicarle desde aquí al señor Sánchez, pero en realidad no me da pena, admiro su capacidad de sobreponerse a los obstáculos, incluso cuando esos obstáculos son 17 miembros de la ejecutiva nacional de su partido.

El verano políticamente ha sido desastroso para España. Las segundas elecciones fueron una nueva burla al electorado, las terceras elecciones son una realidad cada vez más probable y el Gobierno en funciones cada vez funciona menos, porque entre otras cosas, sin presupuestos y con las empresas públicas llenas de deuda, poco margen de gobernabilidad queda. Europa nos mira y se pregunta por qué no nos hemos ido nosotros en vez de los ingleses, que no tenían sentido del humor pero daban menos problemas. Sobrevuela además sobre la piel de toro la amenaza de una multa si no tenemos una Ley de Presupuestos para 2017 sobre la mesa el 15 de octubre.

Todo el mundo se pregunta por qué no han pactado los políticos, por qué no ha habido un acuerdo entre distintas fuerzas, que era claramente lo que pedimos los ingenuos votantes. Pues bien, la respuesta es sencilla: los políticos han estado muy ocupados como la ratita del famoso cuento: limpiando su casita. Este verano ha sido el verano del destape, no el sexual, que fue hace 40 años, sino el de la corrupción política, que por desgracia es menos satisfactoria para los sentidos.

Destape sexual

Destape corrupto
Los políticos han estado muy entretenidos en el cruce de acusaciones, en definir si los billetes de 500 hablaban valenciano,  o si se puede dormir por las noches cuando has desmantelado la comunidad autónoma que durante décadas te ha otorgado el poder y te has llevado el dinero que debía ir a sanidad, educación, infraestructuras,...A la segunda pregunta puedo responder yo: mientras tú que lees esto a veces no duermes porque te cuesta llegar a fin de mes, con tus impuestos se paga el tranquimazin que se toman en la cárcel todos los que ya están (aún faltan muchos) y les hace dormir como lirones.

En fin, volviendo a Pedro Sánchez y a su megalómano plan para destruir el PSOE desde sus entrañas, es un tipo que no deja de sorprenderme: sonrisa imborrable, capacidad de camuflaje en situaciones difíciles (siempre hay otro que habla con la prensa cuando las cosas se ponen feas), egolatría infinita (habla en primera persona sin cortarse), actitudes tiranas y enrocamiento en una postura que busca el enfrentamiento más que el acuerdo, tanto hacia un lado como hacia el otro. Y lo más curioso es que él, que ha ejercido la autocracia dentro de su partido, el último sustento lo busca en las bases, en esos militantes que supone fieles hasta el final como ha sido él fiel a su juramento de no apoyar la investidura de Rajoy. Sin embargo, las bases, cuando se sustentan en una ideología falaz, en unos argumentos sonoros pero vacíos, se pueden tambalear como le ocurrió a la casa de la parábola bíblica construida sobre la arena. Aferrado a su supuesta "hoja de ruta" lleva al partido socialista a la deriva a través de un mar de ciudadanos desilusionados con los políticos, que han madrugado no para ir a trabajar, sino para insultar en la puerta de los juzgados a Chaves y Griñán.

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No me da pena Pedro Sánchez, aunque lo veo vencido. No me da pena y espero que si vamos a unas terceras elecciones los candidatos que han fracasado ya dos veces tengan el detalle de no re-presentarse. Me da pena que un partido como el PSOE pierda simpatizantes en oleadas, que de los militantes no tengo datos para hablar. También me da pena vivir en un país con tanto potencial, tantos recursos naturales y humanos, y que no sepamos explotarlos. Y por supuesto me da mucha pena, mejor dicho, me indigna, que quienes más criticaban el bipartidismo, sean quienes más han obstaculizado cualquier negociación.