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jueves, 24 de noviembre de 2016

Hasta que la muerte os separe

Carnicería Manoli. Otoño de 1970. Llueve a mares. Entra una mujer con unas enormes gafas de sol. Cuando se las quita, su cara hace juego con el mostrador de casquería.

-¡Pepi! ¿Otra vez tu marido? Se ha pasado un poquito, ¿eh?
-Nada, que dice que le puse el café muy caliente y se quemó la boca....
-Mira que te lo tenemos dicho, que a los maridos hay que saberlos llevar. ¿Qué te pongo?

En cuanto se va, la dependienta le dice a otra clienta:

-¿Qué habrá hecho esta vez? Ésta no aprende...

Carnicería Manoli & Hijos. Otoño de 2016. Conversación de la nieta de la dependienta de 1970 con una amiga:

-Ayer mis vecinos otra vez de bronca. Van a acabar fatal. Ella venga a gritar y él diciendo que qué cosas le obliga a hacer y que cualquier día salen en las noticias.
-Nena, y ¿por qué no llamaste al 112?
-¿Yo? Bastante tengo con que me despertaran a la niña. ¡Menuda noche he pasado por su culpa! Además, siempre están igual, lo de anoche es lo normal, y luego te la cruzas en el ascensor y ni te mira. No tiene arreglo.
-¡Qué asco de hombres! El mejor, colgado por....

Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (DIEVCM) y estoy muy triste, porque creo que no hemos mejorado mucho desde los años 70.  Hemos crecido viendo a nuestras madres aguantar lo que tocaba, lo que había dicho el cura: hasta que la muerte os separe. Hemos cultivado la semilla del odio y nos hemos casado por lo civil, pensando que eso no iba a pasarnos, acechando el más mínimo desliz del otro, porque es un hombre y tendrá deslices y defectos de todo tipo. Hemos educado a nuestras hijas para la guerra.

Hace un año escribí en este blog lo que pensaba sobre la violencia contra la mujer y la hipocresía de la sociedad. En las redes sociales todo se soluciona con un lazo: comprometerse con una causa es sólo cuestión de cambiar el color. Este año al feminicidio le toca naranja, pero pronto será rojo por el SIDA, rosa por el cáncer de mama, negro por los atentados terroristas, etc....Pero si esta noche te despierta una bronca monumental, te tomas una valeriana y a la cama otra vez, mala suerte con los vecinos.

Creo que la violencia contra la mujer no se elimina porque hay una gran parte de la sociedad que no considera que hombres y mujeres sean iguales, otra parte a la que no le conviene que esa igualdad sea efectiva y una tercera, fundamentalmente femenina, que quiere vengarse por los dos milenios de opresión machista que acumula nuestro género (me pregunto qué culpa tiene mi hijo de que Marco Antonio fuera un impresentable con Cleopatra). No coeducamos, y cuando lo hacemos, a veces nos pasamos: que un niño no quiera jugar con muñecas no significa que no vaya a colaborar en las tareas domésticas de mayor.


Marco Antonio, patrón de los opresores....
Sigo pensando como hace un año: lo que más mujeres mata es la educación y la indiferencia de la sociedad los 364 días restantes del año. Nos han educado con el cuento del príncipe azul, ése que iba a cubrir todas nuestras necesidades, económicas y afectivas, que iba a llenar nuestros vacíos, hasta que la muerte nos separara, como en si en vez de mujeres fuéramos coladores o algo así. A causa de esta educación, yo he visto cómo muchas de mis amigas (también algún amigo, pero menos ) se "moría" después de la boda: adiós a las sesiones de aeróbic, a la lectura, a salir con amigas, a ir de compras con las vecinas, a mis programas de televisión, a las clases de francés...La vida de ellos después del matrimonio, mientras esperan que la muerte los separe, también se torna apasionante: adiós al partido de futbito de los domingos, a ver el partido en el bar, a llegar a casa después del trabajo sin obligaciones, empezar a ir de rebajas con ella, recoger a los niños de las actividades....El rencor se va acumulando de un lado y otro, y poco después el rencor da paso al odio.


La mayoría de los matrimonios que fracasan lo hacen por decepción, pero no es una decepción del otro en sí, sino del sistema que nos había prometido que el otro nos lo iba a dar todo a cambio de nada, y eso es una expectativa imposible de cumplir. La mayoría de las personas que han roto su relación acusa al otro de haberlo dejado todo por él. La inmensa mayoría de las veces, la otra persona no le ha pedido tal renuncia. La mayoría de la gente acaba el día sin haber tenido un sólo gesto que fortalezca su relación de pareja, sólo espera que el otro esté allí al día siguiente porque les han dicho que eso será así, hasta que la muerte los separe. 

Nuestras madres fueron mujeres florero, nuestra generación es la de la mujer "colador", ésa a la que le han dicho que su media naranja iba a saciar todas sus carencias, a llenar todos sus huecos. Nadie cumple esa función, y si exiges a alguien que la cumpla, estás cerrando el universo a dos personas. Nos queda la importante tarea de educar a nuestros hijos e hijas en un mundo más igualitario, en el que no se generen falsas expectativas respecto a las relaciones entre géneros. Para la educación en igualdad es básico el ejemplo, porque nuestros hijos nos observan continuamente. La igualdad se tiene que reflejar en las funciones de los padres en casa, en el reparto de las tareas domésticas, en las obligaciones y derechos de los hijos, en las actividades en familia, en las relaciones de los distintos miembros de la familia con personas del exterior.

Si conseguimos una generación educada en la igualdad, que tenga interiorizada dicha igualdad como algo tan natural como la salida del sol, tenemos una posibilidad de acabar con esta guerra que lleva dos mil años. Si nuestros hijos se sienten y saben iguales, nuestras hijas dejarán de ser víctimas propiciatorias: la violencia se ejerce sobre alguien que se sabe más débil. Mientras llega ese día, me reitero en mi mensaje del año pasado: no te calles, no seas cómplice, no eches leña a la hoguera de las diferencias entre géneros y no cambies tu cara por un lazo, que lo que vale es tu cara: da la cara contra la violencia de género.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Ranas, sapos y culebras

No creo en la política, pero me divierte mucho. Las noticias de hoy han sido todas muy interesantes: pataleta frente al Rey de Unidos Podemos, Esquerra Republicana y EH-Bildu, y la lesión de Morata por jugar en la Selección sin el preceptivo control médico. No, si al final todos los problemas vienen de la misma bandera. 

Soy republicana convencida, de hecho, me encantó la camiseta de Cañamero, si no fuera porque le perdí el respeto a este señor cuando se dedicó a encararse con cajeras de Mercadona. Por desgracia, nuestro país aún es una monarquía, con princesitas incluidas, que yo tampoco sé por qué no han ido hoy a clase, pero mientras eso sea así, el Rey es un símbolo del Estado, y saltarse el protocolo en la apertura de la Legislatura, es hacerle una pedorreta al Estado y a las instituciones que lo configuran, que además son garantes de la Constitución (aunque ésta tampoco les importa mucho, ahora que lo pienso).


Objetivo conseguido: han sido portada de todos los informativos, más allá del inicio de la Legislatura en sí, el desplante al Rey. Y como era un desplante anunciado, había, hay y habrá mucho ir y venir en Twitter y otras redes sociales sobre lo enfadadísimos que estaban por la presencia del monarca y la parada militar. Desde mi profundo rechazo al nuevo cargo que ostenta Mª Dolores de Cospedal, para el que creo que no está capacitada, me pregunto qué habría hecho tal día como hoy José Julio Rodríguez si fuera ministro de defensa: ¿disfrazar a la cabra de la Legión de Bob Esponja y todo sea por la pluralidad y la autodeterminación?

Las cosas no van bien en este país y es porque somos un país de caínes, donde el despelleje del otro prima sobre demostrar la propia valía. Por una parte tenemos un gobierno que se supone el menos malo para la población, puesto que ha sido el más votado (como en EEUU), pero que no se renueva (los nuevos ministros son "viejas glorias") y que además se sustenta sobre los cimientos de la corrupción. El 2017 viene con tantas macrocausas que es más probable que una de ellas salpique a tu círculo social a que toque en él la lotería de Navidad. Luego está el partido de la escisión, que la verdad, dan un poco de pena, sobre todo porque a costa de ver memes una acaba creyéndose que el plan oculto de Pedro Sánchez era acabar con el PSOE y que realmente estaba en nómina del PP. Y por último los que viendo que no fueron lo que podían haber sido, antes de hundirse en la opinión pública, se aferran a sus parcelitas autóctonas de poder y lo llaman federalismo.

De los niños nadie parece acordarse
Yo no he votado a ningún Rey, tampoco he votado a ningún político de los que veo en televisión despotricando de los demás, y sin aportar ninguna guinda nueva a la tarta. Tenemos innumerables problemas; el desempleo, la economía sumergida, el envejecimiento de la población, la inmigración, el acoso escolar, el terrorismo islámico...y las Cortes sólo se han puesto de acuerdo en crear una subcomisión para la violencia de género que entienda a la mujer como víctima en cualquier caso de violencia, en el ámbito que sea y por ende al hombre como enemigo, en el ámbito que sea ...Considerar a la mujer como colectivo desfavorecido es políticamente correcto, mientras los niños quedan olvidados y la violencia que éstos sufren en el ámbito familiar, queda para otra legislatura.

En los próximos meses no vamos a ver nada interesante en el panorama político de este país. No vamos a ver debates, no vamos a ver presupuestos, no vamos a ver propuestas. Sólo vamos a ver descalificaciones y desdenes que serán portada de todos los informativos, porque en este país, quien más escupa ranas, sapos y culebras, como la princesa del cuento, es quien, a fuerza de rabietas morrocotudas, se sale con la suya.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Bautismo de Facebook

Es sábado y los niños están dormidos: la ocasión ideal para un desayuno en pareja. Después de tres niños que a veces se convierten en más, lo que antes podría llamarse un desayuno romántico se convierte en un "maravilloso desayuno sin interrupciones". Todo es perfecto: café, silencio, pan tostado y nada de prisas, más o menos mi idea del paraíso. Además, tengo una lista de temas de conversación que he ido acumulando durante toda la semana para hablar con mi marido, hasta creo que alguno de ellos puede estar ya caducado, pero en fin....

Estos son mis pensamientos cuando pongo la taza de café sobre la mesa. Me encuentro a mi marido ya sentado, haciéndole una foto a su desayuno: una tostada con aceite de oliva y jamón serrano. 

-¿Qué haces?
-Es para Facebook. Voy a manifestarme en contra de la OMS y a favor del desayuno mediterráneo.

Mentalmente empiezo a seleccionar los temas de conversación que considero más urgentes, porque veo que mi desayuno en pareja se complica, pero ya es tarde: el móvil de mi marido empieza a vibrar. Mi marido hace comentarios, sonríe o resopla cada vez que consulta el móvil y yo, que no tengo perfil en Facebook, decido poner el informativo, más que nada por compensar esos casi 2000 amigos con algo de compañía por parte de la novia...

La tostada de mi marido viajó por todo el mundo y fue compartida decenas de miles de veces. Aquella mañana decidí hablar de los efectos psicológicos de Facebook, pero como he dicho antes, yo no tenía perfil de Facebook, así que me saqué uno ese mismo día, decidí elaborar mi propio experimento sociológico y me lancé a la RED

Para ello, me hice usuaria de Facebook con un perfil totalmente público, ya que se trataba de un experimento en el que por supuesto no iba a publicar nada que no me importara que fuera público, valga la redundancia. Establecí unas normas de actuación:
  1. Aceptar todas las solicitudes de amistad, excepto las que correspondieran claramente a trolls, aunque alguna se me coló. También decidí no aceptar las correspondientes a perfiles de empresa que no tuvieran ningún interés para mí, las de claro carácter sexual, las limitadas por una barrera idiomática y las que tuvieran como supuesto propietario del perfil a un menor.
  2. No solicitar amistad a nadie, 
  3. Cambiar todos los días la foto de perfil, puesto que es nuestra carta de presentación, y me interesaba mucho saber qué puerta querían cruzar los que venían a mi muro.
  4. Activar messenger.
  5. No mentir.
  6. Aceptar la inclusión en grupos.
A la media hora de mi nacimiento en Facebook, mi marido me solicitó amistad, y a partir de él, empecé a recibir solicitudes de lo más variopinto, tantas, que había días en los que no tenía tiempo de revisar las solicitudes pendientes y contestarlas antes de apagar el móvil, cosa que hago (salvo contadas excepciones) en torno a las diez de la noche. Es cierto que yo dedicaba poco tiempo a Facebook, contados ratos sueltos, en primer lugar porque no disponía de mucho tiempo libre, y en segundo, porque no tenía el hábito de publicar mi vida. 

El escarabajo del que nadie quiso hacerse amigo
Los primeros días, Facebook era una novedad para mí, y reconozco que le prestaba más atención de lo habitual, a veces me preguntaba por qué tal o cuál persona me enviaba una solicitud de amistad, pero pronto dejé de hacerlo porque me di cuenta de que eran preguntas sin respuesta. Lo único que supe desde el principio fue que Facebook es el dominio de la imagen, puesto que prima ésta sobre el texto, y que la gente busca normalmente personas reales, ya que yo ponía de forma alterna fotografías en las que se me pudiera reconocer y otro tipo de fotos generales, y los días que más solicitudes de amistad recibía eran los de mis fotos, cosa que me sorprendía enormemente,porque yo no me considero nada guapa, y sin embargo, del precioso escarabajo rinoceronte que una mañana de junio apareció en la puerta de mi casa, nadie se quiso hacer amigo...

Cuando creé mi perfil, puse que era psicóloga, madre de tres hijos, periodista, curiosa y algunas cosas más, pero no puse que estaba casada, porque no se me ocurrió que pudiera ser una característica que definiera a mi persona. Tres días después había recibido tantas proposiciones de todo tipo que decidí añadir ese pequeño detalle a la información sobre mi persona, pero de nada me sirvió, porque las insinuaciones siguieron y los mensajes privados crecieron a un nivel incompatible con mi actividad diaria, de manera que tomé la decisión de no contestar a nadie, arriesgándome a parecer grosera y a perderme más de una conversación interesante. Creo que el problema básico del messenger radica en cómo se imaginan otros usuarios que eres y cómo se sienten legitimados a inmiscuirse en tu vida sólo porque ven el check verde de messenger. En sólo tres o cuatro días me pidieron amistad, sexo, cariño, consejo psicológico y sobre todo, tiempo (¿a qué hora vas a estar para hablar otra vez?).

Cómo se imaginan usuarios desconocidos

Durante ese primer mes, recibí unas 250 solicitudes de amistad, de las cuales apenas una decena eran de personas conocidas. Mi primera conclusión fue que Facebook era el lugar ideal para vender aquello que no eres a personas que no conocen qué eres en realidad: un mundo paralelo donde crear tu propia versión de tu mejor yo, o hacer cosas a las que no te atreves en la vida real, por eso una desconocida como yo, que apenas publicaba más que fotos durante ese primer mes tuvo tantas solicitudes de amistad. También me pareció que en el caso de personas conocidas, Facebook era un escaparate de las partes que más querían mostrar de sus vidas a la comunidad. Como soy psicóloga y la gente normalmente me cuenta cosas espontáneamente, Facebook no tenía ningún atractivo para mí, porque lo que me suele interesar por deformación profesional es precisamente aquello que la gente no quiere contar.

Después de mi experimento, me fui de vacaciones y disfruté de un largo verano en familia que apenas conté en Facebook. La gran duda era si continuar con mi perfil o no, y finalmente he decidido quedarme porque es una ventana a un mundo lleno de información (aunque haya que comprobarla) y a la información no conviene cerrarle las puertas. Dejo pendiente una entrada sobre los efectos psicológicos de Facebook, que son muy variados, ya os contaré en los próximos días.

martes, 25 de octubre de 2016

El Nobel del Silencio

El 25 de octubre de 1956 una pareja se mira en silencio en la Clínica Mimiya de Santurce. Es un silencio con olor a despedida, un silencio construido de palabras ya dichas, que no hace falta repetir, y de otras que nunca se dirán, porque una vida juntos casi nunca da para decírselo todo, o porque hay cosas que es mejor no decir. Él ausente, evasivo, rebelde contra la vida que ha elegido llevarse a ella primero, contra todo pronóstico razonable contrario. Ella resignada, amante, consciente de su final a pesar de los intentos de los mejores médicos, se guarda un regalo de despedida en la manga, una sorpresa agridulce:

-Esta mañana han llamado de la Academia Sueca. Te han dado el Nobel de Literatura...

Zenobia murió de cáncer ese mismo día y tres días más tarde se hizo oficial la concesión del Nobel a Juan Ramón Jiménez, poniendo en serias dificultades a todos los que quisieron felicitarlo y darle el pésame a la vez., 


¿Qué queréis que os diga? Ya se ha escrito de todo sobre el nuevo Nobel de Literatura, se han hecho chistes, memes, ríos de tinta y píxeles para protestar porque se lo han dado a un maltratador, a un drogadicto, a un pasota y mil cosas más. A mí me da igual cómo sea este señor, entiendo que la Fundación Nobel usa sus fondos y por tanto tiene libertad para emplearlos como le venga en gana. Me parece muy moralista criticar al Nobel de Literatura por el hecho de que conozcamos su estrafalaria historia. No he escuchado a nadie rasgarse las vestiduras debatiéndose por saber si el último Nobel de Medicina le era fiel a su mujer o no, ¿acaso importa?

Personalmente creo que la Academia Sueca se ha equivocado porque ha dado el Nobel a alguien que, aparte de no desearlo, no es escritor, sino cantautor. Fue lo que más me llamó la atención cuando supe la noticia (y la contrasté, porque confieso que no me lo creí a la primera). Mi siguiente pensamiento fue el próximo Nobel para Silvio Rodríguez, y ya me imaginaba yo la alfombra roja sueca llena de unicornios azules, animales de galaxia, mujeres con sombrero, días y flores y eras que paren corazones... No tardé en volver a la realidad para pensar que Silvio Rodríguez, como muchos otros de su talante, nunca tendrá un Nobel.




Me gusta el rock, me encanta Knockin´ on heaven´s door, pero no me inspiran confianza los rockeros anticapitalistas y rebeldes con grandes fortunas, por muy bien que escriban. Alfred Nobel, al que seguramente le estarán sonando los oídos en su tumba, dijo que el premio de Literatura se otorgaría a "la obra más destacada de tendencia idealista", y aparte de la rebeldía constante al poder establecido, mejor dicho, a cualquier tipo de autoridad, no he encontrado mucho de idealismo en sus letras. 

Mucha gente ha criticado el Nobel de Literatura de este año, yo no tengo ese problema ya que no me sobran ocho millones de coronas suecas para decidir a quién se lo daría. En cualquier caso, pienso que si tuviera que premiar a personas que han defendido sus ideales con la palabra y la expresión poética ("la obra más destacada de tendencia idealista"), mi Nobel sería el Nobel del silencio: el de todas las voces acalladas por defender un ideal común, por intentar construir un mundo mejor, por expresar en palabras el grito ahogado de las minorías. Muchos de los que vienen a mi mente ya no están entre nosotros (Víctor Jara, Martin Luther King, John Lennon, Miguel Hernández, Gabriel Celaya), son todos muy distintos, una caravana de idealistas que cuyas voces fueron silenciadas por alguien que gritaba más fuerte, tenía más poder o llevaba un arma. Mientras alguien recuerde sus voces, su esfuerzo poético no habrá sido en vano, así que a ellos les otorgo mi Nobel, carente de dotación económica, el Nobel del Silencio. 



viernes, 14 de octubre de 2016

Robar se escribe con b

Hoy quiero contaros la historia de un robo que me enorgullece y enfada por igual manera, a ver qué pensáis vosotros. Os adelanto que la víctima del robo he sido yo y el objeto del robo, ese ente abstracto cuyos derechos se violan en tantas partes: la propiedad intelectual.

Los que me leéis habitualmente sabéis que escribir este blog es una forma de evasión como otra cualquiera, una terapia autoinfringida para relajarme después de acostar a los niños, un foro desde el que comparto mi opinión libremente con aquellos que tengan a bien leerla, normalmente amigos y conocidos que lo hacen desde el cariño. Una parte importante de mi vida y de esa opinión es el teatro, al que voy con frecuencia y sobre el que suelo hablar, especialmente cuando me ha gustado.

El domingo pasado escribí una crítica sobre El pintor de batallas, la adaptación teatral de Antonio Álamo basada en la obra del mismo título de Arturo Pérez Reverte. La obra me había gustado en su mayor parte, aunque no había respondido del todo a las expectativas marcadas por la lectura que hice hace unos años de la novela. Compartí en Twitter mi crítica citando a Pérez Reverte y, cuál no sería mi sorpresa cuando veinte minutos después, él compartió mi entrada en su cuenta. La verdad es que me hizo mucha ilusión.



Tengo tres hijos y poco tiempo para las redes sociales, así que mi semana continuó con normalidad: pensando en los próximos eventos teatrales, en los macro juicios que colapsan los informativos, cómo entendérmelas con mi hija adolescente, etc. De repente esta tarde he visitado Twitter y algo escrito por Pérez Reverte me ha llamado la atención. 


Ocupar la silla T de la Real Academia Española es un mérito, desde mi punto de vista merecido (muy a pesar de sus detractores) que ostenta este escritor desde 2003. ¿Por qué, entonces, me pregunté yo esta tarde, usa el término "reseña" para referirse a lo que parecía ser una crítica de la representación teatral de El pintor de batallas? "Reseña" puede ser una crítica, pero se usa más para referirse a textos que a representaciones teatrales. Por supuesto me picó la curiosidad por saber la opinión de quien firmaba, una tal Victoria R. Ramos.

Y siguiendo de sorpresa en sorpresa descubrí que el 90% de su supuesta crítica era un reciclado, he de admitir que bastante poético, de la mía. Ideas mías calcadas en palabras suyas, argumentos, comentarios sobre los actores o la adaptación del texto, citas de la obra que previamente había utilizado yo y hasta mi título en mitad de uno de sus párrafos. Enseguida entendí que el término "reseña" era el más apropiado, porque había reseñado mi texto, eliminando las cosas que a mí no me habían gustado (en positivo, que para eso ella cobra y yo no, por eso soy libre) y añadiendo alguna cosa que espero sea de su cosecha, aunque me sobran los motivos para sospechar lo contrario.

Hasta los tontos más tontos saben que lo que uno se encuentra en su camino, normalmente tiene dueño. Hasta los blogueros aficionados como yo, que estamos muy lejos de aspirar a las altas esferas literarias sabemos que la propiedad intelectual es sagrada y que apropiarse de una idea ajena es una bajeza moral y si se hace con fines lucrativos, un delito. Hasta quien se sienta en el sillón de la T, empezó a leer por el principio del abecedario y sabe que "robar" se escribe con b.

Mi entrada del blog es del día 9 de octubre, la de ella es del día 12, Os dejo un resumen de las ideas plagiadas para que juzguéis por vosotros mismos:
  1. Efectos de presenciar una obra de teatro o una película sobre un libro que has leído. 
  2. Sobre la adaptación respetuosa de la novela y las omisiones que yo había percibido para mantener en vilo al espectador.
  3. Sobre Alberto Jiménez, describe su actuación con mis palabras, hablando del dinamismo de su interpretación y de su utilización del espacio escénico.
  4. Donde Álvaro Luna haga la videoescena, allí estaré yo, y "ella".
  5. "Caronte faltó a la cita", ella dice que "no acudió a la cita en Pucela".
  6. Los yugoslavos de finales de los ochenta no pensaban que la guerra pudiera presentarse en sus vidas, en un país desarrollado y culto.
  7. La guerra como tema de ciencia ficción, como algo que nunca nos ha de pasar a nosotros.

domingo, 9 de octubre de 2016

Caronte faltó a la cita

Hoy he visto la primera adaptación para teatro que se ha hecho de una novela de Arturo Pérez Reverte: El pintor de batallas. Antes de ir pensé: "es imposible estropear esta novela", y ahora pienso que tenía razón. Me ha gustado la versión teatral en general, aunque con matices, En el teatro pasa como en el cine, las versiones de un libro que has leído son difíciles de asimilar, principalmente porque la historia que uno ha imaginado leyendo nunca es la misma que el guionista, dramaturgo, actores, etc. exponen ante sus ojos, y eso complica bastante las cosas. De hecho, fuimos cuatro amigos a verla, y de los cuatro a la que más gustó, fue a la única que no había leído la novela, que por cierto manifestó su intención de hacerlo al salir de la sala.

Si yo fuera Pérez Reverte, probablemente también le habría confiado mi texto a Antonio Álamo. La versión que vi ayer de El pintor de batallas refleja con soltura y unos diálogos excepcionales lo esencial de la novela a la que se remite. Siendo muy respetuoso con el texto original, Álamo deja que el espectador adivine o complete ciertas omisiones, convirtiéndolo en cómplice y creando una interacción que mantiene al espectador en vilo al igual que la novela. Recuerdo perfectamente mi reacción ante aquella frase Porque voy a matarlo a usted, pensé "yo de este sofá no me muevo hasta ver si lo mata o no lo mata".


La guerra tiene su público, y en Europa, la guerra se consume como la ciencia ficción, como algo que nunca nos va a pasar. Eso mismo debían pensar los yugoslavos a finales de los 80, viviendo en un país desarrollado, culto, industrializado y en el que convivían distintas culturas y los posibles odios entre vecinos se debían más a enfrentamientos familiares de antaño que a diferencias étnicas, aunque luego la guerra le dio sentido a todos ellos. De repente un día estos vecinos dejaron el anonimato salieron en todos los informativos protagonizando lo que los periodistas muy amablemente nombraron "el conflicto de los Balcanes".

Uno de estos vecinos anónimos es Ivo Markovic, interpretado concienzudamente por Alberto Jiménez, que se esforzó con el acento croata y con una utilización del espacio escénico que dio mucho dinamismo a su personaje y a la obra en general. El coprotagonista que da nombre a la novela, fue interpretado por Jordi Rebellón, que consiguió transportarnos a la mente de un hombre que está en guerra consigo mismo, con una fuerza narrativa tal, que casi no necesitaba desplazarse por el escenario y apenas modular el tono de su voz. Eran dos personajes muy difíciles y se notaba el trabajo de elaboración de cada actor, me gustó el trabajo actoral por separado, pero no me convenció la interacción. Desde mi punto de vista, en el diálogo radica el tema principal de la novela: la transformación de los personajes a través del encuentro dialéctico, y eso no lo percibí anoche, aunque las interpretaciones por separado fueron muy buenas.


Para mí, que muchas veces miro con ojos de psicóloga, el tema principal de la novela no es la guerra en sí, sino la teoría del caos citada por el autor, el efecto mariposa, que hace que dos personas que deberían ser lo opuesto una de la otra, descubren a través del diálogo que no son tan distintas, que la vorágine de la guerra los ha manipulado a los dos, que están cerca uno del otro y lejos, muy lejos de lo que creían ser. Detesto a los soldados que se hacen preguntas, pero mucho más a los que obtienen respuestas. Los personajes de la novela buscan uno en otro respuestas que ellos por sí mismos no han encontrado durante años, y no llegan a ninguna conclusión satisfactoria. ¿Es azarosa o causal una decisión que se toma en cuestión de segundos? ¿Y si esa decisión cambia toda tu vida o la de otro, nos hace sentir mejor decir que ha sido el azar? 

Volviendo al escenario, a mí me gustaron tanto la música y la utilización del espacio sonoro, que me supo a poco. Magnífico el violín de Verónica Jorge subrayado por el chelo de Ainhoa Uribelarrea, los habría usado en más ocasiones. Y por supuesto, la videoescena. Sólo puedo decir de ella que donde Álvaro Luna haga la videoescena, allí estaré yo. Tiene una envidiable capacidad de convertir la narración en imágenes, y no en cualquier imagen, sino en la apropiada en cada caso, precioso su cuadro de la batalla que acompaña la evolución personal del pintor.

Lo que menos me gustó fue el final. No voy a contar el final de la novela, porque animo a los que no la han leído a que lo hagan. El final de la novela, no sólo ha sido sugerido a lo largo de la narrativa, sino que, desde mi punto de vista, dignifica a ambos personajes. Yo creo que Álamo no ha sabido plasmar esto en la obra de teatro, de la que tampoco voy a contar el final, para que vayan y juzguen por sí mismos. Sólo diré que yo hice un gesto de decepción y la persona que había a mi lado preguntó "¿qué te pasa?" "Que Caronte ha faltado a la cita", respondí.

Caronte faltó

domingo, 2 de octubre de 2016

De puntas por la Mancha

Anoche fui a ver Don Quijote, ballet en tres actos de la Compañía Nacional de Danza, con coreografía de José Carlos Martínez. Casi dos horas y media de desprecio por la fuerza de la gravedad que me hicieron sentir que yo misma flotaba sobre la escena: maravillosas música, coreografía, escenografía, vestuario y por supuesto maravillosa ejecución de los bailarines en esta adaptación española de un ballet que, pese a su cervantino nombre y a la nacionalidad francesa de su autor, Marius Petipa, es genuinamente ruso de nacimiento, inspiración y partitura original.


No me gusta leer las críticas antes de ir a ver un espectáculo, porque me condicionan, así que me enfrenté a un Don Quijote del que no sabía nada, excepto que no era una escenificación de la novela universal, sino del capítulo XIX de la segunda parte, que se centra en la azarosa historia de amor entre Basilio y Quiteria, convertidos en triángulo por el intruso pero bien posicionado Camacho.

Lo que destacaría de este ballet es la perfección técnica, llegando en algunos momentos a convertirse en una auténtica exhibición de capacidades de los bailarines. El público entusiasmado aplaudía cada escena, incitado con frecuencia por los saludos de los intérpretes, lo que para mi gusto cortaba el argumento y alargaba más de lo deseado la duración final de la obra. Si bien es cierto que los aplausos eran más que merecidos, porque desde el primer acto las escenas se superaban en belleza y armonía, hilvanadas por una ejecución que combinaba la danza y la poesía en una interpretación muy original del argumento que incluso incluía una escena en la que los bailarines, convertidos en toreros, se vestían de luces y hacían volar capotes sobre sus cabezas.



Un aspecto que caracteriza los ballets de Petipa es su interés por equilibrar el protagonismo de ambos géneros, y eso se respeta en el montaje de José Carlos Martínez, con varias escenas casi exclusivamente masculinas que a mí particularmente me gustaron mucho, comenzando por la de los toreros, la de los gitanos en el segundo acto o la pelea callejera del acto final. También me gustó muchísimo en el segundo acto el encuentro de Don Quijote con su representación del amor perfecto, encarnado en la volátil Dulcinea, bendecido por Cupido y acompañado por las dríadas del bosque bajo un cielo estrellado.

La escenografía de Raúl García Guerrero fue sencilla pero precisa, sin que faltara el molino que dejó al público sin aliento engullendo al Quijote. El vestuario elaborado en el taller de Carmen Granell no deja escapar detalle, hasta el punto de que por sí solo podría contar la historia: los trajes de luces, los vestidos de las gitanas, los tutús preciosos, el vestido de Cupido que flotaba con ella, el tutú de Dulcinea y los preciosos trajes de volantes para la escena flamenca. He leído que para diseñar el vestuario, el taller de Carmen Granell se ha inspirado en el folclore español y en las pinturas de Velázquez, y eso se percibe en las escenas más costumbristas. Mis ojos disfrutaron muchísimo de este vestuario en perfecto compás. A mí particularmente no me gustaron ni Don Quijote (demasiado hierático, más que lunático, rígido) ni Sancho Panza (demasiado ridículo, aunque tiene momentos muy divertidos, como la escena del manteo).



No es fácil hacer una versión de Don Quijote en España a pesar de lo paradójico que suena decirlo. José Carlos Martínez lo consigue, nos lleva de puntillas por la Mancha, nos atrapa en un amor prohibido y hasta nos deja un fandango en el tercer acto. Quizás lo más quijotesco del ballet en general es su capacidad de usar la música como medio de transporte hacia esa realidad que flota a diez centímetros (cuando menos) sobre el suelo: yo sé que son personas, pero el Quijote que hay dentro de mí los ve volar.

jueves, 29 de septiembre de 2016

No me da pena Pedro Sánchez

El informativo de hoy ha sido monotemático y no se ha emitido desde la calle Ferraz por cuestiones de tráfico. El título de esta entrada hace referencia al primer verso de un poema de Nicolás Guillén al que Pablo Milanés más tarde puso música, que quiero dedicarle desde aquí al señor Sánchez, pero en realidad no me da pena, admiro su capacidad de sobreponerse a los obstáculos, incluso cuando esos obstáculos son 17 miembros de la ejecutiva nacional de su partido.

El verano políticamente ha sido desastroso para España. Las segundas elecciones fueron una nueva burla al electorado, las terceras elecciones son una realidad cada vez más probable y el Gobierno en funciones cada vez funciona menos, porque entre otras cosas, sin presupuestos y con las empresas públicas llenas de deuda, poco margen de gobernabilidad queda. Europa nos mira y se pregunta por qué no nos hemos ido nosotros en vez de los ingleses, que no tenían sentido del humor pero daban menos problemas. Sobrevuela además sobre la piel de toro la amenaza de una multa si no tenemos una Ley de Presupuestos para 2017 sobre la mesa el 15 de octubre.

Todo el mundo se pregunta por qué no han pactado los políticos, por qué no ha habido un acuerdo entre distintas fuerzas, que era claramente lo que pedimos los ingenuos votantes. Pues bien, la respuesta es sencilla: los políticos han estado muy ocupados como la ratita del famoso cuento: limpiando su casita. Este verano ha sido el verano del destape, no el sexual, que fue hace 40 años, sino el de la corrupción política, que por desgracia es menos satisfactoria para los sentidos.

Destape sexual

Destape corrupto
Los políticos han estado muy entretenidos en el cruce de acusaciones, en definir si los billetes de 500 hablaban valenciano,  o si se puede dormir por las noches cuando has desmantelado la comunidad autónoma que durante décadas te ha otorgado el poder y te has llevado el dinero que debía ir a sanidad, educación, infraestructuras,...A la segunda pregunta puedo responder yo: mientras tú que lees esto a veces no duermes porque te cuesta llegar a fin de mes, con tus impuestos se paga el tranquimazin que se toman en la cárcel todos los que ya están (aún faltan muchos) y les hace dormir como lirones.

En fin, volviendo a Pedro Sánchez y a su megalómano plan para destruir el PSOE desde sus entrañas, es un tipo que no deja de sorprenderme: sonrisa imborrable, capacidad de camuflaje en situaciones difíciles (siempre hay otro que habla con la prensa cuando las cosas se ponen feas), egolatría infinita (habla en primera persona sin cortarse), actitudes tiranas y enrocamiento en una postura que busca el enfrentamiento más que el acuerdo, tanto hacia un lado como hacia el otro. Y lo más curioso es que él, que ha ejercido la autocracia dentro de su partido, el último sustento lo busca en las bases, en esos militantes que supone fieles hasta el final como ha sido él fiel a su juramento de no apoyar la investidura de Rajoy. Sin embargo, las bases, cuando se sustentan en una ideología falaz, en unos argumentos sonoros pero vacíos, se pueden tambalear como le ocurrió a la casa de la parábola bíblica construida sobre la arena. Aferrado a su supuesta "hoja de ruta" lleva al partido socialista a la deriva a través de un mar de ciudadanos desilusionados con los políticos, que han madrugado no para ir a trabajar, sino para insultar en la puerta de los juzgados a Chaves y Griñán.

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No me da pena Pedro Sánchez, aunque lo veo vencido. No me da pena y espero que si vamos a unas terceras elecciones los candidatos que han fracasado ya dos veces tengan el detalle de no re-presentarse. Me da pena que un partido como el PSOE pierda simpatizantes en oleadas, que de los militantes no tengo datos para hablar. También me da pena vivir en un país con tanto potencial, tantos recursos naturales y humanos, y que no sepamos explotarlos. Y por supuesto me da mucha pena, mejor dicho, me indigna, que quienes más criticaban el bipartidismo, sean quienes más han obstaculizado cualquier negociación.


martes, 28 de junio de 2016

No seas invisible

Durante un tiempo he estado en contra de que se celebrara el Día del Orgullo Gay. Me parecía que no era necesario, que ya lo habíamos conseguido, ser una sociedad más justa y con menos prejuicios, una sociedad tipo “estación de metro”, en la que cualquiera tenía cabida, más allá de su imagen, ideología política, religión o preferencia sexual. Exacto: me moriré siendo una estúpida idealista.
Nunca le he dicho a nadie que soy heterosexual, no me ha hecho falta. Nunca he preguntado a mis amigos, a mis compañeros de trabajo o estudios, a mis vecinos, a los maestros de mis hijos, al fontanero que vino a arreglarme la casa el mes pasado, si eran heterosexuales o no, no me ha hecho falta. Han sido buenos amigos, vecinos, compañeros, maestros, fontanero. Creo que juzgar a las personas por su tendencia sexual es un síntoma más de inseguridad de esta sociedad inmadura e inestable que estamos forjando entre todos.


Tengo muchos amigos homosexuales y me he alegrado con ellos cuando se han ido consiguiendo avances en el reconocimiento de su condición de iguales, entre otros la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. La vida ya es bastante complicada a veces como para permitir que te la complique aún más tu libertad sexual. El caso es que los políticos se debieron dar cuenta de que la comunidad gay era un filón de votos sin explotar y ser homosexual durante un tiempo, no sólo ha estado bien visto sino que servía de carta de presentación para algunos: este partido tiene homosexuales en las listas, es progresista. Y la política se rindió al absurdo, como siempre: hay que llevar en listas a un homosexual reconocido, porque eso a la gente le mola….
Llegó un momento en que ser heterosexual era casi avergonzante, de manera que a mi amigo Juan le gustaban en la alcoba las mismas cosas que a mí, pero él si lo hacía público era un valiente y yo, una falócrata. Y si además decía que tenía tres hijos, fascista. Pero como España es un país de vaivenes, siento que ahora ha dado la vuelta la tortilla de nuevo y en esto se han vuelto a dividir las opiniones. Ahora ser homosexual no está de moda, la supuesta izquierda los defiende como si fueran una especie en extinción y la derecha los tolera, pero en cuando surge la más mínima duda sobre su integridad, se hace una caza de brujas: y además, es maricón.
Vuelve a ser el Día del Orgullo Gay y me enorgullezco de tener muchos amigos en esas filas, pero hoy no diré sus nombres. No los diré porque si los digo, los comprometo a salir del armario, a hacerse visibles a la sociedad, que a partir de entonces los va a juzgar por esa peculiaridad de su vida privada. No se puede salir del armario y ser maestro. No se puede salir del armario y ejercer la medicina. No se puede salir del armario y trabajar en las Fuerzas de Seguridad. No se puede salir del armario y equivocarse, porque entonces la equivocación será explicada de cintura para abajo. No se puede salir del armario y que otro homosexual cometa un error, porque entonces una gran parte de la sociedad también sospechará de ti.


La homosexualidad no se contagia, no se aprende, no se imita. Ser homosexual es mucho más que desfilar el 28J moviendo el culo por las calles, aprovechando que la sociedad nos lo permite: en el fondo sigo estando en contra de la celebración de este día, porque es como relegarlos a ese día al año, a cambio de que no nos hagan sentir incómodos los siguientes 364 días. Una sociedad que todavía tiene armarios es una sociedad inmadura, que no admite la pluralidad, y así nos va: somos la piel del toro, el país de la pasión, de los gobiernos en mayoría porque no sabemos dialogar, del blanco y el negro, derechas e izquierdas, buenos y malos, mujeres y hombres, perros y gatos. Dios nos ha dado el aceite de oliva, pero no nos ha dado entendimiento para usarlo como lubricante de nuestro cerebro, que aún chirría como un engranaje del siglo pasado.

Mi propuesta de hoy es que no seas invisible, que te manifiestes como eres, pero no en la sexualidad, sino en todo en general. Habrá una gran parte de la sociedad que no piense o sienta como tú, ¿y qué? Respeta a los demás pero sé tú mismo. Educa a tus hijos en el respeto a la diversidad, en la valentía de ser diferente. ¿De qué sirve tener una idea si uno no puede sacarla a la calle? ¿De qué sirve amar a alguien si uno no puede tatuarse su nombre? ¿Por qué encerrarnos en dos colores si los podemos tener todos? Aunque haya una parte de la sociedad que se empeñe en seguir estando ciega, no seas invisible.





martes, 21 de junio de 2016

Funcionarios, con perdón

Hace unos días estuve en Tráfico para hacer unas gestiones. Cuando la funcionaria me miró, me dieron ganas de decirle: "a ver, ¿qué te pasa? A mí me lo puedes contar, que soy psicóloga....". La señora de Tráfico tenía aspecto de haber pasado una noche loca en el infierno, haberse maquillado a oscuras, no saber lo que es un peine y haber desayunado aguardiente mientras un duende verde le pedía que lo quemara todo. Por suerte para mí, eso no obstaculizó mi gestión, ya que era algo bastante sencillo y que podía resumirse en una frase de mi pueblo que vale casi para cualquier situación: en pagando no hay ningún  problema.

Como no sé lo que le ocurría a la señora cuyo nombre nunca llegué a conocer, y además yo pude realizar mi gestión, no voy a entrar a juzgarla. Simplemente diré que dar los buenos días con una sonrisa es gratis, y ayuda mucho a que el usuario que ha sido atendido tres cuartos de hora después de su citaporinternet, como fue mi caso, alivie su natural tendencia al homicidio.



Bromas aparte, hoy quiero hablar de esa parte de españoles en activo tan odiada, vilipendiada, acusada, criticada y sobre todo, envidiada: los funcionarios. Tiro una piedra en la historia de mi vida y los más rebeldes de mis antiguos amigos son jefes de estudio, funcionarios de prisiones, guardias civiles, policías locales, ¡inspectores de hacienda!, médicos, profesores de universidad, jueces...y de mis conocidos en paro, muchos preparan oposiciones de lo más variopinto mientras se quejan de lo mal que funciona el sistema y del escaso número de plazas en oferta.

Aprobar unas oposiciones no te convierte automáticamente en el enemigo, ni te concede un trabajo de 8 a 15, ni te da poder para abusar de los demás. Lo que pasa es que este país ha perdido el norte y tanta corrupción ha conseguido que la población deje de creer en los valores que sustentan al funcionariado: el servicio público, gratuito, universal.

Los temidos temarios
Ser funcionario no es cuestión de suerte, la suerte es disfrutar del trabajo por el que has luchado tanto sin caer en el famoso burnout. la situación a la que muchos llegan y los inhabilita para el servicio público, que es lo que se supone que deben ejercer. Otro día hablaré del Síndrome de Burnout y de cómo atrapa en sus redes a los más inocentes, a ésos que empezaron queriendo quemarlo todo para cambiar el mundo y se quemaron ellos en la primera vuelta, también de aquéllos que arriesgaron mucho, entregaron todo, pusieron toda la carne en el asador y cuando se dieron la vuelta para repartir, estaban solos.

Ahora que está tan de moda criticar, ahora que tenemos una clase política que se ha forjado su impopularidad, me gustaría romper una lanza por los funcionarios que resisten a la inercia y la desgana general (no de los empleados públicos, sino gran parte de la sociedad), a los recortes y eliminaciones de sus pagas, a la acumulación de trabajo al no cubrirse todas las jubilaciones con plazas nuevas, a las críticas de los usuarios no siempre justificadas, a la indefensión aprendida que muchos acaban sufriendo, el principio del burnout. Puede que a veces nos dé la impresión de que no son muchos éstos que resisten, pero ellos son los culpables de que yo aún crea en la función pública, ellos me ayudan a superar los encuentros con aquellos otros que han tirado la toalla y recordarles que quien paga su nómina soy yo.

Esta sociedad tiene que hacer algo para que quienes están al servicio de los demás (políticos y funcionarios) ejerzan de verdad y con alegría esta función, sabiendo que es un privilegio que les otorgamos y no una posición privilegiada. Tenemos que recuperar la fe en quienes educan a nuestros hijos, nos ayudan a traerlos al mundo, nos protegen, velan por nuestros intereses, gestionan nuestras relaciones con la Administración o determinan el cumplimiento de las leyes. Espero que el gobierno que se forme el 26J (quiero ser optimista) se haga merecedor de nuestra confianza y la transmita al funcionariado, para que todos ésos que resisten, a los que quiero dedicar esta entrada (Jesús, Enrique, Raquel, Verónica, Isabel, Ana, José Domingo, Charo, Juan, Menchu, Marisol) sigan siendo un ejemplo a seguir y una motivación para todos.




martes, 14 de junio de 2016

Si nos dejan

Anoche me acosté con Pedro Sánchez. Podría haber dicho que me acosté con los cuatro, ya que me repantingué en mi sofá con la clara intención de escucharlos (a pesar de que había prometido que no lo haría, ya lo sé), pero el cansancio de todo el día se fue apoderando poco a poco de mi capacidad de concentración y, ayudado por cuatro vocecillas que pedían el voto con tono monótono, me venció el sopor. Cuando desperté, Pedro Sánchez seguía echándole en cara a Mariano Rajoy  todos los males que sufre este país y asegurando que esto con ellos no habría pasado….por eso digo que me acosté con Pedro Sánchez, porque fue él mi impulso para viajar del sofá a la cama. Había conseguido escucharlos más de dos horas, pero amenazaban con seguir con lo mismo.

El debate de ayer me gustó aún menos de lo que esperaba. Para empezar no me pareció un debate, sino un examen oral: un tribunal que no evalúa pregunta por turnos a cuatro alumnos, de los cuales el repetidor es el que menos nervios aparenta tener. Para debatir hay que mirarse a la cara, y anoche eso no llegó a ocurrir. Lo que vi fue cuatro estatuas griegas (hieráticas, que no atléticas) posando todo el tiempo, maquillados como cangrejos pasados de cocción y mirando al tribunal en lugar de a  la cámara.


El examen oral
Desde el punto de vista periodístico, me pareció una paradoja: convertir lo más esperado de la campaña en una decepción masiva, dar la palabra a los protagonistas para no comunicar nada. El plató, aséptico como un quirófano, con unas falsas ventanas de fondo oscuro, como el futuro que nos pueden augurar estos cuatro sujetos, de un color indefinible entre el gris y el azul pero sin parecer azul porque se identificaría con un partido. La realización, errática, aburrida, insulsa: casi siempre el mismo plano del que hablaba, alternando con algún plano general y algún plano del contrario diciendo que no con los gestos aprendidos del asesor de imagen de turno. No sé si aparte de ellos cuatro se coló algún fantasma en el plató, pero mientras hablaban escuché varios ruidos, penoso.

Desde el punto de vista psicológico, la actitud de los cuatro fue acorde con el plató, aséptica. Repitieron los roles que se les han asignado para subir en las encuestas: el experto, el ilusionado, el responsable y el salvador. Cero para todos en comunicación no verbal, excepto para Iglesias. Los otros tres llevaban tan estudiado el papel que ni manifestaron emociones, lo cual me preocupa enormemente, dicho sea de paso. Algún arquear de cejas, alguna negación con la cabeza o con la manita, algún giro de caderas cuando se les suponía enervados por el contrario, pero poca cosa. El señor Sánchez creo que contó algún chiste, lo sé porque él mismo se rio, pero por suerte no soy capaz de recordarlo. El señor Rivera llevaba unas fichas con recortes de prensa, me recordaban a un juego que tienen mis hijos para aprender el abecedario: con C de Corrupción… El gran actor de la noche, únicamente, el señor Iglesias, que como nosotros somos la plebe y no la Academia del Cine, decidió no ponerse corbata, y que ahora parece ser que cree en dios (además de en la socialdemocracia), porque continuamente miraba al cielo y al infierno, y extendía los brazos en posición oratoria. Le faltó rasgarse las vestiduras, pero eso para la próxima, que no se descartan las terceras elecciones.


Con C de Corrupción


Vi dos horas de debate, pero me podía haber levantado a los veinte minutos con las ideas claras, porque para mí se retrataron en la primera frase: “transmito mis condolencias a las víctimas de la masacre de Orlando”. ¿Víctimas de qué? Para unos de la homofobia, para otros del terrorismo y para alguno de ambos. Si de mi voto depende, nunca llegará a ser presidente alguien que no condene cualquier forma de terrorismo. Condenar el terror es lo natural, como lo es el apego a nuestros congéneres por encima de su identidad sexual. Lo antinatural no es la homosexualidad, sino el terrorismo y la homofobia.

Respecto al resto del debate, lo que vi me recordó al famoso bolero “Si nos dejan”. Todos ellos tienen tan claro que no van a poder gobernar en solitario que se dedicaron a pedir el voto para tener más fuerza dentro de su pacto. Todos fueron aclamados al grito de “presidente, presidente” al llegar a sus respectivas sedes, pero ninguno se lo acaba de creer y eso se nota.   ¿Cómo serán la educación, la sanidad, las pensiones, las ayudas públicas, los impuestos, las infraestructuras, la política internacional, la economía, la capacidad adquisitiva de las familias, la atención a la mujer, a la infancia, a los dependientes…? Serán maravillosas, pero para eso nos tienen que dejar gobernar a nosotros, nos tienen que votar, tienen que asumir las uniones pre y post electorales, tienen que respetar nuestro acuerdo de investidura, tienen que conseguir con su voto que los demás no tengan fuerza representativa en las comisiones parlamentarias, en el Senado…que nuestro candidato sea el presidente y cuatro años después….

Y yo me pregunto: ¿y si no los dejamos?


martes, 7 de junio de 2016

Los gatos son de derechas

Vale, incumplo mis promesas más que un político en precampaña: juré en este blog que no me movería del canal de telenovelas hasta después de las elecciones y ni siquiera sé dónde está dicho canal. En fin, estamos en la segunda precampaña de una lista que espero que termine aquí y, a juzgar por el nivel de ferocidad dialéctica de los políticos, parece que quieren que sea la última, o que se acabe el mundo...

Lo dicho, no he cumplido mi promesa de ver sólo telenovelas: he visto Bob Esponja, los informativos, series, películas y hasta algún programa de reportajes. A veces los informativos me hacen reír más que Bob Esponja, pero lo de hoy se ha llevado la palma. Mientras desayunaba esta mañana, he visto el último vídeo del PP para concienciar al ciudadano del sentido de su voto. Son las diez de la noche y aún me estoy preguntando a qué ingeniosa cabeza pensante se le habrá ocurrido usar el símil de perros y gatos para aludir al voto de castigo ante un electorado que está hasta las narices del pensamiento dicotómico: el bipartidismo, derechas e izquierdas, conservadores y progresistas y ahora perros y gatos...¿Estamos pidiendo a gritos un gobierno plural, que nos respete a todos y ahora nos salen con ésta?



Mi marido estaba a cuadros, como yo:

-¿Qué significa el vídeo?

-¡Está claro! ¿No lo has captado? Los gatos son de derechas, será porque los perroflautas son de izquierdas.

Mi marido, que suele aprovechar ese momento de debilidad en que aún no me ha hecho efecto el café, seguía provocándome:

-Entonces, ¿la rubia de al lado, que tiene un gato?

-De derechas.

-¿Y los de la esquina, que tienen dos siameses y no fuman tabaco?

-Unos fascistas.

-Y tú, ¿a quíén vas a votar?

-Sabes que soy alérgica a todos los animales con pelo.

Esta frase zanjó la conversación y posible debate. Viendo cómo va la precampaña, ya puedo hacer una predicción sin necesidad de observar el vuelo de las aves (a lo mejor los pájaros son de centro, menos las gaviotas, claro está) ni los posos del café. Predigo que la campaña y la postcampaña van a ser aún peores, y luego vendrá un arduo y penoso proceso de intentos de formar gobierno que culminará en un acuerdo generalizado de sus señorías a finales de julio: estipular sus vacaciones de agosto.

Mientras tanto, la precampaña sigue retratando a los políticos con su caricatura más mordaz. Hemos visto al candidato de los gatos practicando el deporte de los pobres, andar. Hemos aprendido un nuevo término italiano, sorpasso, aunque casi ninguno sabemos bien lo que significa, pero suena gracioso. Al que no le hace gracia es al señor Sánchez, que ahora parece estar entre el fuego cruzado en territorio de nadie, y que seguramente me lee, porque se declara internacionalista, como yo. Una de las pocas cosas graciosas que he visto ha sido el cambio de etiqueta del señor de los perros, que ahora es socialdemócrata, y por eso arropa a los terroristas no arrepentidos cuando visitan las instituciones democráticas, para socializarlas. En cuanto al otro candidato, el de color naranja, llamémosle "el holandés errante", es tan insulso y poco carismático que ni sus chistes me parecen graciosos. 

Lo más emotivo hasta ahora de esta precampaña que amenaza con empeorar ha sido Cayo Lara lamentándose porque su candidato se ha vendido a la nueva socialdemocracia. ¿Quién necesita una telenovela?

lunes, 30 de mayo de 2016

Por las barbas de un converso

"Por Dios, un director de escena componiendo virgos, ¿que me quedará por ver?". Ésas eran mis reflexiones el sábado cuando volví a apostar a favor del teatro y en contra del fútbol y nuevamente salí ganando. El sábado fui a ver La Celestina del Teatro de la Abadía, dirigida y protagonizada majestuosamente por José Luis Gómez.

Yo creo que existen muchas formas de hacer teatro, pero a los clásicos siempre hay que volver, bien para beber de ellos, para reflejarse o por el contrario, para retratarse en la imagen inversa de ese espejo del tiempo que suponen. La Celestina es más que un clásico, es el testimonio escrito de un momento histórico: el nacimiento de nuestra voluptuosa personalidad colectiva como pueblo, un pueblo al que la religiosidad, la magia, el vino y los placeres de la carne han sido los únicos capaces de mantener unido, al menos hasta que siglos después apareciera el fútbol.

Saltándome el fútbol otra vez

He de decir que esta obra me gusta mucho, así que el sábado iba favorablemente predispuesta, pero cuando se levantó el telón, y pude ver el espacio escénico que La Abadía nos había preparado, y escuchar música sefardí en los primeros cinco minutos, decidí disfrutar acogiéndome a la consigna de Elicia ("gocemos y holguemos que la vejez pocos la ven"), y el resultado fueron dos horas y media de placer estético y escénico.

"Gocemos y holguemos que la vejez pocos la ven"

El Teatro de la Abadía, fiel a su compromiso divulgativo y formativo, había colocado varios paneles informativos en la antesala del Teatro Calderón con información sobre el autor, la obra y la convulsa época que la vio nacer. Me gustó mucho ese detalle, porque refleja el respeto y conocimiento del texto medieval que luego se constata en la representación. La adaptación a cargo de José Luis Gómez y Brenda Escobedo es fiel, respetuosa, pero también actual, divertida y trepidante, porque mantiene gran parte de un original muy extenso.

La Celestina es un tamiz por el que se filtra la imagen de una sociedad muy parecida a la actual. Por sus oquedades pasa la esencia de unos personajes que fluctúan entre la fe y la magia, la riqueza y la necesidad, la bondad y el egoísmo, el amor y la codicia, su realidad y el paraíso. Al otro lado permanecen esos personajes descarnados, desnudos, ofrecidos a su destino y enfrentándose al mismo tiempo a él. Este tamizado produce una multiplicidad de perspectivas espacio temporales que convierten la obra en un círculo dialéctico perfectamente reflejado en la magnífica escenografía oblicua de espacios múltiples y sorpresas varias que nos ofrecen Alejandro Andújar y José Luis Gómez.

Después de ver este montaje he de decir que la idea de que José Luis Gómez interprete a Celestina me ha parecido un acierto que va más allá de la mera transgresión de género. Celestina refleja las incertidumbres que el propio Fernando de Rojas debió experimentar repudiando su fe para mantener lo segundo más sagrado para él: su estatus social. José Luis Gómez realiza un trabajo actoral sublime en el que nos capta para todas sus causas, enamorándonos como bruja, beata, alcahueta, curandera... y hasta nos enternece cuando se lamenta por su soledad. A mí además me encanta de este onubense cuyo currículum es bastante más largo que su manto, el suave deje andaluz que otorga a su barbudo personaje.


El resto del elenco también me ha encantado. Raúl Prieto hace un Calisto genuinamente bipolar: neurótico, devoto, lujurioso, enamorado, impulsivo, iracundo. Chete Lera se luce en el monólogo final de Pleberio haciéndonos lamentar aún más que la obra termine. José Luis Torrijo convierte el cinismo de Sempronio en expresión corporal con una maravillosa utilización del espacio escénico y hasta canta de maravilla. Inma Nieto nos enamora con la espontaneidad y la frescura de Elicia. Marta Belmonte es una Melibea que se deja seducir y nos acaba seduciendo al final de la obra por su capacidad para cambiar de registro a ritmo de tragicomedia. Miguel Cubero me ha encantado como Pármeno, interpretando con maestría la lucha interna de este personaje y haciéndome reír con su ingenuidad. Casi todos los personajes tienen una doble cara, pero la Lucrecia de Diana Bernedo tiene incluso dos tonos de cabello. Palmira Ferrer es la madre con más elucubraciones de la historia, nos lleva continuamente desde su amor maternal a la convención social. Nerea Moreno plasma en su aparición el erotismo que flotaba en todos los discursos desde el comienzo de la obra, colándose seguramente en los sueños de más de un espectador.

También me ha gustado mucho la amortización del espacio escénico que hace José Luis Gómez en esta obra, convirtiéndolo en un espacio vivo, y a veces ruidoso, más allá de la escena principal. La música oportuna acompaña este microsistema. Una iluminación certera le da vida. En fin, esta Celestina ha conseguido el efecto deseado: juro por las barbas de su converso autor que la próxima vez que La Abadía venga a Valladolid, yo estaré entre el público.


lunes, 23 de mayo de 2016

En la cama con Hamlet

Como ya dije en este blog, anoche no tenía interés ninguno en el partido de fútbol. No vi la final de la Copa, no os podéis imaginar cuánto me alegré. Anoche estuve viendo Hamlet, el último montaje de Kamikaze Producciones, con guión a cargo de Miguel del Arco. Maravilloso: dos horas y media estuve inmersa en la inconsistencia del ser, ese espacio que fluctúa entre la genialidad del lunático que planea y el sufrimiento del humano que se arrastra a ras del suelo.

Versionar un clásico siempre es arriesgado: si es un éxito, el mérito se lo lleva el original, si no lo es, resulta vulgar. El único terreno seguro en este ámbito es el conocimiento profundo del texto original, bucear en él y cuando ya se conocen todas sus grutas, atreverse a salir a respirar e insuflar de ese aire la obra clásica. No se trata de mejorar lo inmejorable, sino de personalizar la perfección. Viendo este Hamlet me preguntaba cuántas veces habría pensado Del Arco "ojalá se me hubiera ocurrido esto a mí", enfrentado al texto de Shakespeare, seguramente las mismas que yo pensé "ojalá hubiera escrito yo esta versión", mientras disfrutaba del guión de su Hamlet. Del Arco ha creado una adaptación moderna, respetuosa, divertida, conservadora a ratos y atrevida otros, innovadora, sensible...ha hecho metateatro y todo esto como hacen los grandes genios: sin salir de la cama.

Para la mayoría de las personas, el tema principal de Hamlet es la venganza. Es lo que hace interesante al protagonista para el espectador: su lucha interna por ahogar la sed de venganza que lo tortura. Venganza, culpabilidad y castigo son tres componentes de la naturaleza humana que, por su mala prensa, son desterrados normalmente de nuestra imagen pública, lo que Freud llamó el superyó. Ver a Hamlet retorcerse torturado por ese deseo de venganza es para el espectador una catarsis: regocijarse en secreto por un sufrimiento ajeno, que para todos alguna vez ha sido propio, Mi propia catarsis ocurrió justo al principio de la obra, cuando vi a Israel Elejalde con el torso desnudo, como el monstruo de la escena que es, dejando que sus músculos pasaran del éxtasis a la relajación al compás del monólogo.

Para una psicóloga, como es mi caso, el tema principal de Hamlet es la distorsión cognitiva, la eterna pregunta que nos acosa: ¿es real lo que vemos o lo que sentimos? Hamlet pasa toda la obra eligiendo caminos que lo llevan al destino que quiere evitar, equivocándose, temiendo enfrentar una realidad inaceptable, actuando con cordura cuando se finge enajenado, convirtiéndose por momentos en un personaje tan deleznable como su antagonista. El intelecto de Hamlet se enfrenta a lo que sus visceras le exigen y todo esto se desgrana en monólogos, disquisiciones y diálogos, imposibles de seguir para el público, si no es conquistado desde el principio, como yo anoche, que fui seducida en la intimidad del dormitorio desde la primera escena.

Ya me habían hablado de las escenografías simples de Kamikaze Producciones y yo siempre contesto lo mismo: cuando la escenografía es minimalista, el trabajo actoral debe ser magnífico. Anoche no me decepcionaron. Ayer estuve con Hamlet en la cama, y desde el borde de la cama fui conociendo a cada personaje, cada recoveco de la historia. Elejalde me conquistó desde el principio por su capacidad para vocalizar sin que el público se perdiera una sola palabra, modulando la textura de su voz al ritmo frenético y bipolar de los cambios emocionales de Hamlet y moviendo a la vez todo su cuerpo por el escenario con el mismo frenesí. Ángela Cremonte pasó de ser la Ofelia más clásica a la más rompedora sin inmutarse, actriz todoterreno, cantante sorprendente antes de su suicidio. Daniel Freire me envenenó con sus encantos. Ana Wagener me llevó de la lujuria al miedo, y Jorge Kent y José Luis Martínez fueron los enterradores que más me han hecho reír en toda mi luctuosa historia.

Y cuando ya era tan feliz que no podía esperar más, llegó la escena del duelo con esa magnífica coreografía de esgrima. Y valió la pena haber esperado a Laertes desde su viaje a Francia a principios de la obra, aunque no había dejado de disfrutar de Cristóbal Suárez. Recuerdo que pensé: "Flynn en el teatro Calderón", porque como Errol, Suárez y Elejalde se convirtieron en maestros de esgrima en un espacio tan reducido que da vértigo pensarlo.



Este Hamlet me ha transformado. No sé qué ha sido, qué recurso escénico me ha gustado más: los guiños de actualidad del guión, la versatilidad de una cortina, las canciones, la iluminación de una precisión exquisita,el humor en cada giro del diálogo....Sólo puedo decir que entré siendo una espectadora, y me habéis convertido en kamikaze.