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viernes, 14 de octubre de 2016

Robar se escribe con b

Hoy quiero contaros la historia de un robo que me enorgullece y enfada por igual manera, a ver qué pensáis vosotros. Os adelanto que la víctima del robo he sido yo y el objeto del robo, ese ente abstracto cuyos derechos se violan en tantas partes: la propiedad intelectual.

Los que me leéis habitualmente sabéis que escribir este blog es una forma de evasión como otra cualquiera, una terapia autoinfringida para relajarme después de acostar a los niños, un foro desde el que comparto mi opinión libremente con aquellos que tengan a bien leerla, normalmente amigos y conocidos que lo hacen desde el cariño. Una parte importante de mi vida y de esa opinión es el teatro, al que voy con frecuencia y sobre el que suelo hablar, especialmente cuando me ha gustado.

El domingo pasado escribí una crítica sobre El pintor de batallas, la adaptación teatral de Antonio Álamo basada en la obra del mismo título de Arturo Pérez Reverte. La obra me había gustado en su mayor parte, aunque no había respondido del todo a las expectativas marcadas por la lectura que hice hace unos años de la novela. Compartí en Twitter mi crítica citando a Pérez Reverte y, cuál no sería mi sorpresa cuando veinte minutos después, él compartió mi entrada en su cuenta. La verdad es que me hizo mucha ilusión.



Tengo tres hijos y poco tiempo para las redes sociales, así que mi semana continuó con normalidad: pensando en los próximos eventos teatrales, en los macro juicios que colapsan los informativos, cómo entendérmelas con mi hija adolescente, etc. De repente esta tarde he visitado Twitter y algo escrito por Pérez Reverte me ha llamado la atención. 


Ocupar la silla T de la Real Academia Española es un mérito, desde mi punto de vista merecido (muy a pesar de sus detractores) que ostenta este escritor desde 2003. ¿Por qué, entonces, me pregunté yo esta tarde, usa el término "reseña" para referirse a lo que parecía ser una crítica de la representación teatral de El pintor de batallas? "Reseña" puede ser una crítica, pero se usa más para referirse a textos que a representaciones teatrales. Por supuesto me picó la curiosidad por saber la opinión de quien firmaba, una tal Victoria R. Ramos.

Y siguiendo de sorpresa en sorpresa descubrí que el 90% de su supuesta crítica era un reciclado, he de admitir que bastante poético, de la mía. Ideas mías calcadas en palabras suyas, argumentos, comentarios sobre los actores o la adaptación del texto, citas de la obra que previamente había utilizado yo y hasta mi título en mitad de uno de sus párrafos. Enseguida entendí que el término "reseña" era el más apropiado, porque había reseñado mi texto, eliminando las cosas que a mí no me habían gustado (en positivo, que para eso ella cobra y yo no, por eso soy libre) y añadiendo alguna cosa que espero sea de su cosecha, aunque me sobran los motivos para sospechar lo contrario.

Hasta los tontos más tontos saben que lo que uno se encuentra en su camino, normalmente tiene dueño. Hasta los blogueros aficionados como yo, que estamos muy lejos de aspirar a las altas esferas literarias sabemos que la propiedad intelectual es sagrada y que apropiarse de una idea ajena es una bajeza moral y si se hace con fines lucrativos, un delito. Hasta quien se sienta en el sillón de la T, empezó a leer por el principio del abecedario y sabe que "robar" se escribe con b.

Mi entrada del blog es del día 9 de octubre, la de ella es del día 12, Os dejo un resumen de las ideas plagiadas para que juzguéis por vosotros mismos:
  1. Efectos de presenciar una obra de teatro o una película sobre un libro que has leído. 
  2. Sobre la adaptación respetuosa de la novela y las omisiones que yo había percibido para mantener en vilo al espectador.
  3. Sobre Alberto Jiménez, describe su actuación con mis palabras, hablando del dinamismo de su interpretación y de su utilización del espacio escénico.
  4. Donde Álvaro Luna haga la videoescena, allí estaré yo, y "ella".
  5. "Caronte faltó a la cita", ella dice que "no acudió a la cita en Pucela".
  6. Los yugoslavos de finales de los ochenta no pensaban que la guerra pudiera presentarse en sus vidas, en un país desarrollado y culto.
  7. La guerra como tema de ciencia ficción, como algo que nunca nos ha de pasar a nosotros.

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