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martes, 28 de junio de 2016

No seas invisible

Durante un tiempo he estado en contra de que se celebrara el Día del Orgullo Gay. Me parecía que no era necesario, que ya lo habíamos conseguido, ser una sociedad más justa y con menos prejuicios, una sociedad tipo “estación de metro”, en la que cualquiera tenía cabida, más allá de su imagen, ideología política, religión o preferencia sexual. Exacto: me moriré siendo una estúpida idealista.
Nunca le he dicho a nadie que soy heterosexual, no me ha hecho falta. Nunca he preguntado a mis amigos, a mis compañeros de trabajo o estudios, a mis vecinos, a los maestros de mis hijos, al fontanero que vino a arreglarme la casa el mes pasado, si eran heterosexuales o no, no me ha hecho falta. Han sido buenos amigos, vecinos, compañeros, maestros, fontanero. Creo que juzgar a las personas por su tendencia sexual es un síntoma más de inseguridad de esta sociedad inmadura e inestable que estamos forjando entre todos.


Tengo muchos amigos homosexuales y me he alegrado con ellos cuando se han ido consiguiendo avances en el reconocimiento de su condición de iguales, entre otros la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. La vida ya es bastante complicada a veces como para permitir que te la complique aún más tu libertad sexual. El caso es que los políticos se debieron dar cuenta de que la comunidad gay era un filón de votos sin explotar y ser homosexual durante un tiempo, no sólo ha estado bien visto sino que servía de carta de presentación para algunos: este partido tiene homosexuales en las listas, es progresista. Y la política se rindió al absurdo, como siempre: hay que llevar en listas a un homosexual reconocido, porque eso a la gente le mola….
Llegó un momento en que ser heterosexual era casi avergonzante, de manera que a mi amigo Juan le gustaban en la alcoba las mismas cosas que a mí, pero él si lo hacía público era un valiente y yo, una falócrata. Y si además decía que tenía tres hijos, fascista. Pero como España es un país de vaivenes, siento que ahora ha dado la vuelta la tortilla de nuevo y en esto se han vuelto a dividir las opiniones. Ahora ser homosexual no está de moda, la supuesta izquierda los defiende como si fueran una especie en extinción y la derecha los tolera, pero en cuando surge la más mínima duda sobre su integridad, se hace una caza de brujas: y además, es maricón.
Vuelve a ser el Día del Orgullo Gay y me enorgullezco de tener muchos amigos en esas filas, pero hoy no diré sus nombres. No los diré porque si los digo, los comprometo a salir del armario, a hacerse visibles a la sociedad, que a partir de entonces los va a juzgar por esa peculiaridad de su vida privada. No se puede salir del armario y ser maestro. No se puede salir del armario y ejercer la medicina. No se puede salir del armario y trabajar en las Fuerzas de Seguridad. No se puede salir del armario y equivocarse, porque entonces la equivocación será explicada de cintura para abajo. No se puede salir del armario y que otro homosexual cometa un error, porque entonces una gran parte de la sociedad también sospechará de ti.


La homosexualidad no se contagia, no se aprende, no se imita. Ser homosexual es mucho más que desfilar el 28J moviendo el culo por las calles, aprovechando que la sociedad nos lo permite: en el fondo sigo estando en contra de la celebración de este día, porque es como relegarlos a ese día al año, a cambio de que no nos hagan sentir incómodos los siguientes 364 días. Una sociedad que todavía tiene armarios es una sociedad inmadura, que no admite la pluralidad, y así nos va: somos la piel del toro, el país de la pasión, de los gobiernos en mayoría porque no sabemos dialogar, del blanco y el negro, derechas e izquierdas, buenos y malos, mujeres y hombres, perros y gatos. Dios nos ha dado el aceite de oliva, pero no nos ha dado entendimiento para usarlo como lubricante de nuestro cerebro, que aún chirría como un engranaje del siglo pasado.

Mi propuesta de hoy es que no seas invisible, que te manifiestes como eres, pero no en la sexualidad, sino en todo en general. Habrá una gran parte de la sociedad que no piense o sienta como tú, ¿y qué? Respeta a los demás pero sé tú mismo. Educa a tus hijos en el respeto a la diversidad, en la valentía de ser diferente. ¿De qué sirve tener una idea si uno no puede sacarla a la calle? ¿De qué sirve amar a alguien si uno no puede tatuarse su nombre? ¿Por qué encerrarnos en dos colores si los podemos tener todos? Aunque haya una parte de la sociedad que se empeñe en seguir estando ciega, no seas invisible.





1 comentario:

  1. ¿De sirve ser visible? La gente te etiquetará y meterá sus sucias narices en tu limpia vida.
    A mí déjame de cosas raras que en mi armario me siento muy cómodo. Tengo chaise longue, cama de 1'35, conexión WiFi y la libertad de dejar entrar a quien quiera.
    ¿Alguien quiere saber cómo es mi sexualidad? Que se quite la ropa, se meta conmigo bajo las sábanas y disfrute.

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