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jueves, 28 de enero de 2016

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Aunque soy atea me gusta mucho la Biblia, y como soy psicóloga me interesan más las partes en las que el hombre se enfrenta a sí mismo para no contradecir a su dios. Mis personajes favoritos son aquéllos que en algún momento se cuestionan su propia fe, aunque sea para equivocarse como Pablo, por culpa de una contusión cerebral al caer del caballo. 

La Biblia termina con el Apocalipsis, que constituye todo un reto para los psicoanalistas, pero como yo soy de tendencia cognitiva conductual, disfruto el libro sin intentar dilucidar los recovecos subconscientes del autor y pensando tan sólo que las predicciones apocalípticas son fruto de los conocidos efectos del cornezuelo del centeno, que tanto han facilitado la expresión artística como el alivio de ciertas dolencias.

Hoy viendo los informativos no he podido dejar de pensar en los cuatro jinetes del Apocalípsis, identificados tradicionalmente como la victoria, el hambre, la guerra y la muerte. Más allá de los miles de chistes que pululan por las redes sociales, algunos muy divertidos y otros muy groseros, el panorama de inestabilidad política y diálogos enquistados antes de comenzar que afronta este país me preocupa cada día más. Desgraciadamente cuando tengo tiempo de ver el informativo completo, se me olvida rápidamente la preocupación, porque sufro lo que un psicólogo llamaría sobreestimulación (niños asesinados, amenazas terroristas, gente que duerme en la calle por miedo a terremotos, pateras más pateras y mosquitos que siembran epidemias) y mi cerebro se dispersa, incapaz de atender a tantas noticias preocupantes.


Me pregunto cuál de ellos llegará el primero


Volviendo a los jinetes y a mi preocupación, veo desilusionada cómo el panorama para este país no es nada esperanzador, y como, a pesar de que el mensaje que todos los políticos lanzaron el 20D por la noche era "los españoles han decidido que tenemos que dialogar", aquí nadie dialoga más que con la prensa, y normalmente para faltar al de enfrente. 

El caballo blanco es cabalgado por el jinete de la victoria, según la Biblia salió vencedor y para vencer. En este caso a Pedro Sánchez se le está cumpliendo el dicho de que a veces las victorias son amargas, o van envenenadas, según se mire. Aún no he escuchado propuestas de gobierno ni ahora ni durante la campaña. Hizo campaña para desterrar a Rajoy de la Moncloa y parece que lo va a conseguir. Yo personalmente encantada, nunca me gustó, pero ¿qué más hay detrás de esa sonrisa de vencedor amargado que arrastra cada vez que aparece una cámara? La expresión "barones del PSOE" siempre me ha parecido repugnante y clasista, más allá de los barones, entiendo que está la totalidad del partido, que ha conseguido cinco millones y medio de votos, es la que tiene que decidir cuáles son las propuestas de diálogo, y sólo escucho hablar de límites, no de propuestas. Cuando el jinete victorioso se refiere al supuestamente vencido, sólo lo hace para recordar los múltiples casos de corrupción. Se ve que en Ferraz tienen ambientador, o como dice el refranero español, a nadie le huele lo suyo.

La amarga victoria

El caballo rojo es cabalgado por el jinete de la guerra; se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros. Cuando alguien me contó la propuesta de Pablo Iglesias para pactar con el PSOE, creía que era una broma de whatsapp, luego me acordé de una compañera de trabajo que cuando repartíamos las vacaciones siempre decía "yo quiero todos los puentes y las navidades, ya vosotros os organizáis como queráis". Seguramente porque han hecho una entrada muy mediática en el Congreso y se prevé que van a dar mucha guerra, es que les han hecho la jugarreta de relegarlos al fondo, a la izquierda, eso sí, aprovechando su escasa representación en la Mesa del Congreso. A pesar de que me molesta profundamente el ego que calzan la mayoría de los representantes de Podemos, hablamos de un partido que ha obtenido tres millones de votos la primera vez que se presenta a unas elecciones nacionales, y eso sin contar las marcas blancas, no se merecían el gol sur.


La guerra

Y por si las pistolas no estuvieran ya cargadas, se filtra a los medios de comunicación un vídeo a pie de hangar que me parece tremendamente sospechoso, no sólo por su contenido, sino por las fechas de grabación y publicación. Así no hay quién se dé cuenta de que no están dialogando, que era lo que habían prometido. Soy una romántica, me gustaba cuando el personaje daba un titular a los periodistas, pero ahora los periodistas ponen la caña con el gusano venezolano, valenciano o del tipo que sea, y los protagonistas pican uno detrás de otro con el tan español "y tú más".

El caballo negro es cabalgado por el jinete del hambre. Lleva una balanza y por ahora no se mete con nadie, pero sólo puede ofrecer cuarenta escaños. Se le han quedado cortas las elecciones, no ha sabido posicionarse ni llegar a la gente y ahora no tiene más remedio que hacerlo, o se va a quedar también sin trozo del pastel. Cada vez que veo a Rivera me acuerdo de James Bond: por muchas persecuciones que sufriera y ataques de todo tipo, rara vez perdía la compostura ni el peinado. Veremos qué pasa con nuestro agente secreto.


Mi nombre es Bond

El caballo bayo es cabalgado por la muerte. Rajoy sólo ha hablado para declinar ser propuesto para la investidura. A quien vemos cada vez más en los informativos es a la vicepresidenta. Siete millones de españoles han votado al candidato muerto, ¿se les puede ignorar? Los representantes del PP sólo hablan de pasado ante la prensa: datos sobre cómo ha mejorado la economía, empleos que han creado, aumento de las pensiones, ayudas a la familia, recuperación de la extra de los funcionarios...pero sus expectativas de futuro son inciertas, sólo alertan sobre lo que ocurrirá en España si se radicaliza, como si la palabra radical aludiera a todo lo maligno, como si no fuera radical, por ejemplo, anular la paga extra de Navidad a miles de funcionarios sin previo aviso a mitad de diciembre. Y para empeorarlo todo vuelve Aznar de entre los muertos, digo, de entre los recuerdos, menos hitleriano sin bigote pero más desagradable, si cabe, y ¿de qué habla? pues de financiación ilegal, pero de otro partido, por supuesto. Como diría mi abuela ¿qué nos quedará por ver?


Diálogos de ultratumba


En fin, no sé si los cuatro jinetes se encontrarán aunque sea por azar, a fuerzas de dar vueltas, si se acerca el fin del mundo o si este país va a ser siempre como una chirigota. Aprovenchando que es casi carnaval os dejo una de las favoritas de este año que curiosamente se llama Los muertos de Rajoy.























domingo, 24 de enero de 2016

Oleadas de poesía

Hoy mis hijos pequeños y yo hemos buceado en un mar de poesía de la mano de Teloncillo Teatro y su espectáculo Olas. Hemos cantado, hemos bailado, nos hemos reído, alguno ha gritado de sorpresa y hasta hemos jugado a la pelota con una gota de agua. Gota a gota, Ana Gallego y Ángel Sánchez nos han introducido en un mundo poético lleno de rimas, música, humor y peces que nos ha mantenido expectantes desde el primer hasta el último minuto.

El agua ha sido el hilo conductor del espectáculo de hoy, con el que Clhoe (Ana Gallego), la protagonista, nos ha guiado a través de distintas escenas, acompañada por la guitarra y la voz de Ángel Sánchez. Nos han enseñado que se puede hacer música en una pecera, que a veces el mar cabe en una nube, que los peces no siempre son lo que parecen y que el ciclo del agua pasa por nuestro propio cuerpo, Hemos chapoteado en los charcos con la alegría de Gene Kelly sin movernos de nuestro sitio, al menos los adultos.



La escenografía de hoy ha sido sencilla y sorprendente, como es habitual en las de Teloncillo. Los objetos se transforman y el argumento versátil va y viene entre nubes, paraguas musicales, tules, cintas, pompas de jabón y peces de goma que milagrosamente cobran vida. Y con el mismo mágico principio que rige las mareas, los textos poéticos se insertan en el argumento con la música, las canciones y esta escenografía, entregándose al espectador como se entrega el mar al paseante que llega a su orilla. Y por si fuera poco, nos han regalado un pez.

Pez decorado por mi hija 


Hacer teatro para bebés no es fácil, ostentar un Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud tampoco.  Los bebés y niños pequeños son un público muy exigente porque consumen teatro con sus cinco sentidos, que es como se relacionan con el mundo en general. Esto lo sabe muy bien Teloncillo Teatro, por eso hace sus obras sinestésicas, en las que breves textos poéticos alternan con juegos onomatopéyicos, intercambio de objetos con el espectador, danza, guiños de luces y colores o música interpretada con los más diversos y exóticos instrumentos. Esta variedad de estímulos es la que mantiene la atención del pequeño espectador durante los 45 minutos que suelen durar este tipo de espectáculos. 

Nos encanta cuando Ana "pierde los papeles"

Hoy hemos visto el mundo a través de una gota de agua, pero otras veces hemos mugido como vacas, nos hemos vestido de azul, hemos anidado en un bosque sonoro o nos hemos despertado con Otto cantando canciones de amor. Gracias Teloncillo, por hacernos crecer, crecer entre bambalinas.

Quiero terminar esta entrada exponiendo diez razones por las que llevar a un bebé al teatro:
  1.  El cerebro de los bebés es plástico y asistir al teatro creará en él miles de nuevas conexiones neuronales, desarrollando zonas que de otra forma no surgirían.
  2. Se aprende respeto, al tener que estar atento y en silencio.
  3. Estimula su afectividad al compartir con sus padres una actividad lúdica.
  4. Facilita la expresión de emociones, algunas como reacción y otras por modelado.
  5. Imitar o seguir ritmos constituye un ejercicio de psicomotricidad.
  6. Desarrollan su capacidad musical, se convierten en intérpretes y consumidores de música.
  7. Establecen relaciones de apego seguras con el adulto que los acompaña.
  8. Mejoran su capacidad de atención.
  9. Aflora su capacidad crítica, porque aprenden a distinguir lo que les gusta.
  10. La entrada cuesta lo mismo que un paquete de tabaco y sólo mata el aburrimiento.







miércoles, 20 de enero de 2016

Guerra de cortezas

Estoy discutiendo otra vez con mi hija adolescente.  Tener un hijo adolescente es como sufrir la tortura de la gota china, infinito.  A cada argumento surge otra pregunta, otra protesta, otra exigencia. Desde mi fuero interno sé que es injusto que discuta con ella al mismo nivel que con un adulto, a pesar de que ya supere mi estatura (cosa que no tiene mucho mérito, por otra parte). Soy psicóloga, sé que se comporta así porque no ha desarrollado aún del todo su corteza prefrontal, ésa que le va a permitir asumir normas, ser más empática, asertiva y adquirir esas diversas habilidades sociales que aún le faltan, si ella quiere.

Así que como yo sí tengo corteza prefrontal, me armo de paciencia y la escucho. Su contraargumento va y viene entre las dos, como si nuestra discusión fuera un partido de tenis, pero sin modificaciones, y yo, que soy tan dialogante por naturaleza, resisto firmemente a la tortura de la gota que cae y cae. Y a pesar de que mi repertorio conductual no incluye la respuesta agresiva, el dinosaurio que vive en mí, del que heredo mi arquicorteza, desea saltar sobre ella y conseguir que pare la cantinela al precio que sea: zarpazos, patadas, gritos, muerte a mordiscos.  Seguro que mi dinosaurio antepasado fue un velociraptor, apuesto a que sí.

Velociraptor o madre enervada
Mientras tanto, por fuera sigo imperturbable, cosa que irrita más aún a mi voluble hija iracunda. Al menos dame otra respuesta, mamá, ésa no me vale, eso ya me lo has dicho. Cada vez está más irritada, seguro que su antecesor fue un allosaurus. Y desde dentro de esa parte tan ancestral de mi cerebro que me ha permitido sobrevivir como especie a miles de razones justificadas para la extinción, están las estructuras que controlan mis emociones. Mi amígdala tiene miedo de que el velociraptor gane y acabe terminando la discusión con un grito, mi hipocampo recuerda todas las discusiones que no siempre he ganado, y mi septum pide a gritos helado de chocolate, que para eso es el centro neurológico del placer.

Corteza con forma de corazón
¿Quién ganará esta batalla, la lógica, el dinosaurio o el amor de madre? Cuando esta misma hija era bastante más pequeña, recuerdo que leí que a la edad de los dos años se solía llamar primera adolescencia. Fue entonces cuando, después de sufrir varias rabietas, acuñé una frase que me ha infundido ánimos y me ha dado grandes resultados en mi quehacer educativo: con terroristas y niños de dos años no se negocia.

Entonces me llega la inspiración, en esta guerra de cortezas no puedo dejar que gane el dinosaurio, pero tampoco me sirve la lógica (por su carencia de corteza prefrontal, se entiende), así que tiro del amor de madre y termino con una palabra que, aunque hace mucho bien, me ha costado muchos años aprender a decir: no, cariño, porque no.


martes, 12 de enero de 2016

Puigdemont, el lobo y las barbas de la abuelita

El doodle de hoy conmemora el nacimiento de Charles Perrault. Caperucita roja es el cuento favorito de mi hijo pequeño, seguramente porque también es uno de mis favoritos y lo cuento con bastante pasión. Es inevitable emocionarse con personajes tan complejos a los que uno va amoldando a su carácter y a la situación con el paso de los años: la niña que vence sus miedos y se adentra en el bosque, el lobo embaucador, la madre a la que se desobedece, la pobre abuelita y el cazador oportunista convertido en héroe que acaba merendando pastelitos.

Nuestro favorito


Hace 319 años que Perrault publicó por primera vez Caperucita roja pero según parece está de plena actualidad. Cuando Cataluña se disponía a celebrar nuevas elecciones en marzo dándolo todo ya por perdido (incluido el enorme coste de otro proceso electoral), un astuto lobo ha realizado "un paso al lado" y les ha colado a los de la CUP un president tan a su imagen y semejanza que casi se podría decir que se ha clonado. Me asustan los lobos que se aferran al poder y con este paso al lado veo que la sombra del continuismo planea sobre Cataluña. Como he dicho otras veces, yo me considero internacionalista, me parece bien que un pueblo luche por su autodeterminación, siempre que sea todo ese pueblo mayoritariamente el que pide ese derecho, siempre que no sea autodeterminación a cualquier precio, sino con garantías, siempre que no resulte yo acusada de pertenecer al estado opresor por haber nacido, según ellos, al lado equivocado de la frontera.

Recurriendo al refranero español, cuando las barbas de tu vecino veas cortar...pienso si no nos pasará lo que a Cataluña en el proceso de formación de gobierno. Sánchez hizo campaña y kilómetros por toda la geografía española repitiendo que su objetivo era derrocar a Rajoy, pero las cosas no le fueron tan bien como él pensaba: no tiene mayoría para gobernar en solitario, Pablo y Albert no quieren compartir habitación y mientras tanto el PP, indiferente o cobarde vuelve la espalda, como Soria en el poema de Gerardo Diego. Veremos si en el último momento Rajoy no da un paso al lado y mantiene la presidencia de su partido con una voz muy probablemente femenina, lo que comúnmente se viene a llamar, loba.



Y siguiendo con el tema de los lobos y los ataques sorpresa, me parece increíble que a día 12 de enero aún no se sepa con seguridad qué ocurrió en varias ciudades alemanas la noche del 31 de diciembre. Somos europeos, pero no tan tontos como para creer en las casualidades: la violación es parte de la guerra y desgraciadamente no es algo exclusivo del Magreb, que pregunten si no a las miles de musulmanas bosnias a las que la guerra les rompió la vida. No ha trascendido aún cómo ha sido la convocatoria, pero está claro que se ha perpetrado un ataque organizado contra uno de los ejes más débiles y que más sensibiliza a la sociedad: las mujeres. Desde mi punto de vista ha sido una provocación, una llamada a la guerra que ellos quieren, y la respuesta xenófoba de algunas comunidades alimenta su ego. En lo que respecta a mí no lo van a conseguir, porque no siento rechazo alguno por los que se lo juegan todo por dar una vida mejor a sus familias, sean del color que sean. Respecto a los que vienen con otros fines, entiendo que debemos combatirlos con las armas que poseemos y juzgarlos con nuestras leyes. Se ha hablado estos días de deportaciones, pero yo prefiero alimentar a un violador durante años en una cárcel europea con mis impuestos, a dejarlo volver a su país para entrenarse como terrorista.

En fin, como las cosas siempre pueden ir a peor, la alcaldesa de Colonia, que ha sido la ciudad con mayor número de agresiones, ha asumido el papel de madre de Caperucita y advertido a las mujeres de su ciudad de los peligros de cruzar el bosque y hablar con los lobos. Resulta que estamos durmiendo con el enemigo, y que este enemigo ganó las elecciones a la alcaldía hace sólo unos meses tras ser víctima de un ataque por motivos xenófobos (está claro que a ella no le sirvieron sus propios consejos). Menos mal que la abuelita Merkel ha salvado un poco la situación desviando la atención, ayudada por su ministro de Justicia, afirmando que las mujeres no son responsables de los hechos, sino los autores, que por cierto, de miles de ellos, parece ser que sólo se ha identificado a menos de diez. 

Contra el sexismo y el racismo


Culpabilizar a las víctimas de una agresión, sea del tipo que sea, me parece una acción repulsiva que coloca a quien la realiza al mismo nivel que el agresor, y aunque Colonia está muy lejos, espero que a Henriette Reker sus declaraciones le cuesten el cargo. Desgraciadamente no es un caso aislado, muchas veces se han alzado voces defendiendo a agresores sexuales porque la mujer era calificada como una provocadora, pero también hay que decirlo, casi siempre voces masculinas. Vivo en Europa, y ejerzo mi libertad, entre otras muchas cosas, para vestir como me da la gana, así que juro por las barbas de la abuelita, que mañana mismo me pongo una minifalda y se la dedico en Twitter a la alcaldesa de Colonia.

domingo, 10 de enero de 2016

Cyrano en las rebajas

Ayer fui con mi hija adolescente de rebajas. Ni a ella ni a mí nos entusiasma ir de compras, pero hay ciertas necesidades ineludibles, especialmente cuando tu hija crece al nivel de ponerse tu ropa e ir dejándola progresivamente en su armario.  En Castilla y León las rebajas comenzaron el jueves, así que ayer fue el primer sábado de las mismas y los centros comerciales estaban llenos de clientes con diversos estados de ánimo. Sólo durante el proceso de buscar aparcamiento ya tuve dos oportunidades de conflicto a las que no atendí porque prefiero hacer senderismo hasta la tienda que discutir por una plaza de aparcamiento.

Como siempre que algo me disgusta o aburre, intento analizarlo desde el punto de vista psicológico para entretenerme. Las rebajas se rigen por dos principios de la psicología, el condicionamiento operante, que hace que veamos atractivo todo producto etiquetado como rebajado (estilo perro pauloviano) y el del efecto de relevancia del estímulo nuevo. Éste último hace referencia a que cuando un sujeto está al límite de la saciación (ya ha visitado el 85% de tiendas del centro comercial), puede recuperar su motivación y su energía iniciales si cambia de registro (ahora voy a buscar unos zapatos). En psicología esto se experimentó con ratas, y como no era posible llevarlas de rebajas, se les permitió copular hasta la saciación con sus parejas, y cuando descendía su interés, se les ofreció un cambio de pareja, con resultados energizantes y vigorizantes.

Resulta que ostentamos un 90% de similitud genética con las ratas, Mientras caminaba por el atestado centro comercial viendo la desesperada cara de ciertos maridos y novios que disputaban los sillones de las zonas de espera tras haber disputado el aparcamiento, me preguntaba si preferirían que sus cónyuges saciaran esa sed de nuevos estímulos con un cambio de pareja en vez de buscando otro par de zapatos. Hace poco leí la historia de un chino que se suicidó tras una discusión con su novia que quería continuar de rebajas tras una maratoniana sesión de compras, me pareció sumamente triste morir por algo así y en un sitio como ése, algo que jamás le habría pasado a una rata, porque en ese 10% que no compartimos prima el instinto de supervivencia.

Así que mientras intentaba mantener una conversación coherente con mi adolescente hija deseaba con todas mis fuerzas que la muerte no me sorprendiera en medio de un probador. El lenguaje adolescente se organiza en jergas, y la de mi hija actualmente es la de las grandes sagas de literatura juvenil. Su mente es tenebrosa como el armario de Narnia, sofisticada como el laberinto de Cruel o mestiza como el campamento de Percy Jackson, efectos de haber estado leyendo adictivamente todas las vacaciones de Navidad. Parece gracioso, pero casi todas nuestras discusiones acaban últimamente con un "soy divergente y nadie me puede controlar". Dejé a mi hija leer en su móvil y me aferré al gusano auditivo de la última canción que había escuchado en la radio del coche: "Ando buscando", de Estopa, muy apropiada para las rebajas.

Soy divergente y nadie me puede controlar

La tarde transcurrió a partir de entonces de cola en cola: la cola del probador, la cola de cajas, la cola del baño, la cola del cine, por no hablar de los varios intentos de comer algo. Presencié episodios de verdadera crueldad y deshumanización, como el de la señora embarazada que entra al baño con una niña pequeña y nadie le cede el turno (bueno, yo, pero estaba a su lado) o la de la señora que había elegido con optimismo la talla de su ropa interior y la dependienta le dice a voces en caja que las braguitas de esa talla luego no se pueden cambiar...


Lo más divertido fue que hice amistad con dos tipos en una de las esperas de probadores. Yo esperaba  a que se probara ropa mi hija y ellos a sus respectivas parejas. Comentaban entre ellos lo hartos que estaban ya, y eso que uno de ellos acababa de empezar, según aseguraba. Los intenté consolar contándoles la historia del chino suicida y entonces una de las chicas se asomó y preguntó: ¿qué vestido te gusta más, el de flores o el de leopardo?. Él miró como diciendo "por dios, es sábado, no me comprometas" y le dijo para salir del paso que se los probara los dos. Entonces me invadió un irreprimible deseo de ayudarlo, y cuando cerró la cortina ella, le dije "dile que según lo fiera que se sienta esta noche". Una mirada de complicidad nos unió y el amigo me preguntó, ¿y yo qué le digo?, "dile que si lo compra vas a tener sueños prohibidos con ese vestido", "di que ese pantalón te recuerda que no sólo es guapa por dentro"... y así estuve haciendo de Cyrano durante un tiempo, ya que nariz no me falta y menos lengua, aunque no me considero tan fea como Gérard Depardieu.

Volví a casa tarareando la canción de Estopa y descubrí con sorpresa que Artur Mas también había estado buscando en las rebajas y había encontrado a Carles Puigdemont. Espero que este descuento no le pase factura a Cataluña a largo plazo.