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martes, 12 de enero de 2016

Puigdemont, el lobo y las barbas de la abuelita

El doodle de hoy conmemora el nacimiento de Charles Perrault. Caperucita roja es el cuento favorito de mi hijo pequeño, seguramente porque también es uno de mis favoritos y lo cuento con bastante pasión. Es inevitable emocionarse con personajes tan complejos a los que uno va amoldando a su carácter y a la situación con el paso de los años: la niña que vence sus miedos y se adentra en el bosque, el lobo embaucador, la madre a la que se desobedece, la pobre abuelita y el cazador oportunista convertido en héroe que acaba merendando pastelitos.

Nuestro favorito


Hace 319 años que Perrault publicó por primera vez Caperucita roja pero según parece está de plena actualidad. Cuando Cataluña se disponía a celebrar nuevas elecciones en marzo dándolo todo ya por perdido (incluido el enorme coste de otro proceso electoral), un astuto lobo ha realizado "un paso al lado" y les ha colado a los de la CUP un president tan a su imagen y semejanza que casi se podría decir que se ha clonado. Me asustan los lobos que se aferran al poder y con este paso al lado veo que la sombra del continuismo planea sobre Cataluña. Como he dicho otras veces, yo me considero internacionalista, me parece bien que un pueblo luche por su autodeterminación, siempre que sea todo ese pueblo mayoritariamente el que pide ese derecho, siempre que no sea autodeterminación a cualquier precio, sino con garantías, siempre que no resulte yo acusada de pertenecer al estado opresor por haber nacido, según ellos, al lado equivocado de la frontera.

Recurriendo al refranero español, cuando las barbas de tu vecino veas cortar...pienso si no nos pasará lo que a Cataluña en el proceso de formación de gobierno. Sánchez hizo campaña y kilómetros por toda la geografía española repitiendo que su objetivo era derrocar a Rajoy, pero las cosas no le fueron tan bien como él pensaba: no tiene mayoría para gobernar en solitario, Pablo y Albert no quieren compartir habitación y mientras tanto el PP, indiferente o cobarde vuelve la espalda, como Soria en el poema de Gerardo Diego. Veremos si en el último momento Rajoy no da un paso al lado y mantiene la presidencia de su partido con una voz muy probablemente femenina, lo que comúnmente se viene a llamar, loba.



Y siguiendo con el tema de los lobos y los ataques sorpresa, me parece increíble que a día 12 de enero aún no se sepa con seguridad qué ocurrió en varias ciudades alemanas la noche del 31 de diciembre. Somos europeos, pero no tan tontos como para creer en las casualidades: la violación es parte de la guerra y desgraciadamente no es algo exclusivo del Magreb, que pregunten si no a las miles de musulmanas bosnias a las que la guerra les rompió la vida. No ha trascendido aún cómo ha sido la convocatoria, pero está claro que se ha perpetrado un ataque organizado contra uno de los ejes más débiles y que más sensibiliza a la sociedad: las mujeres. Desde mi punto de vista ha sido una provocación, una llamada a la guerra que ellos quieren, y la respuesta xenófoba de algunas comunidades alimenta su ego. En lo que respecta a mí no lo van a conseguir, porque no siento rechazo alguno por los que se lo juegan todo por dar una vida mejor a sus familias, sean del color que sean. Respecto a los que vienen con otros fines, entiendo que debemos combatirlos con las armas que poseemos y juzgarlos con nuestras leyes. Se ha hablado estos días de deportaciones, pero yo prefiero alimentar a un violador durante años en una cárcel europea con mis impuestos, a dejarlo volver a su país para entrenarse como terrorista.

En fin, como las cosas siempre pueden ir a peor, la alcaldesa de Colonia, que ha sido la ciudad con mayor número de agresiones, ha asumido el papel de madre de Caperucita y advertido a las mujeres de su ciudad de los peligros de cruzar el bosque y hablar con los lobos. Resulta que estamos durmiendo con el enemigo, y que este enemigo ganó las elecciones a la alcaldía hace sólo unos meses tras ser víctima de un ataque por motivos xenófobos (está claro que a ella no le sirvieron sus propios consejos). Menos mal que la abuelita Merkel ha salvado un poco la situación desviando la atención, ayudada por su ministro de Justicia, afirmando que las mujeres no son responsables de los hechos, sino los autores, que por cierto, de miles de ellos, parece ser que sólo se ha identificado a menos de diez. 

Contra el sexismo y el racismo


Culpabilizar a las víctimas de una agresión, sea del tipo que sea, me parece una acción repulsiva que coloca a quien la realiza al mismo nivel que el agresor, y aunque Colonia está muy lejos, espero que a Henriette Reker sus declaraciones le cuesten el cargo. Desgraciadamente no es un caso aislado, muchas veces se han alzado voces defendiendo a agresores sexuales porque la mujer era calificada como una provocadora, pero también hay que decirlo, casi siempre voces masculinas. Vivo en Europa, y ejerzo mi libertad, entre otras muchas cosas, para vestir como me da la gana, así que juro por las barbas de la abuelita, que mañana mismo me pongo una minifalda y se la dedico en Twitter a la alcaldesa de Colonia.

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