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viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Seré casta?

Qué difícil es ser uno mismo sin que lo insulten en las redes sociales. Esta mañana mientras desayunaba he visto en la televisión las agendas de los distintos candidatos para el día de hoy, y el resumen de las perlas que soltaron ayer. A Rivera le tocó defender a su número tres en Madrid por un desliz en el que debió confundir holocausto con festival benéfico y ETA con organización política, casi ná. Pedro Sánchez dice que ellos hacen campaña para ganar, como única alternativa de izquierdas, lo que me recuerda a un refrán que sólo he oído en Castilla, el que tiene hambre sueña con pan. Rajoy decide rebajar el IRPF a los mayores de 65 años que voluntariamente sigan trabajando, supongo que porque como a su partido, los avala la experiencia. El mejor, como siempre, Pablo Iglesias, que se ha dado un bañito de gloria en la Universidad  de La Laguna, basando de nuevo su discurso en criticar a la casta.

Inevitablemente me hago la pregunta, ¿seré yo casta? Cada vez que se opina contra Podemos en cualquier red social, sus adeptos se apresuran a insultar, a llamar casta al que opina, a más de otras lindezas como estómago agradecido, expresión esta última que nunca he acabado de entender, puesto que la única que alimenta mi estómago y el de mi familia, soy yo. Así que no sé a quién le tengo que agradecer qué.

Como ciudadana de a pie, simpatizo con la animadversión a los bancos que propugna Podemos. Obviamente me repugna que se haya rescatado a las entidades bancarias y dejado hundir a muchos otros, pero el concepto de casta, que inicialmente surgió en las tiendas del 15M para aludir a los bancos y a los grandes partidos (que según ellos eran algo así como los malos de la película), cada vez se extiende más, abarcando prácticamente a todos, quiero decir, a todos los que no piensan como ellos. Es lo que tiene el pensamiento dicotómico, que te encasilla en uno de los dos bandos, el bueno o el malo.  Esto inevitablemente me recuerda el discurso de muchos otros que, con el azucarillo del populismo, acabaron imponiendo la dictadura.



Así que resulta que si me opongo, soy casta, si pienso, soy casta, si voto a otro partido, soy casta, si pago mis impuestos y todo mi salario viene en nómina, soy un estómago agradecido. Creo que no voy a votar a Podemos, porque en su ideario político no encuentro el perfil de votante que quieren, me confundo. También es confuso su apartado dedicado a la transparencia, en el que especifican los sueldos de cada miembro del mismo, e indican que aproximadamente la mitad se dedican a donaciones, sin aclarar si esas donaciones son a favor de Podemos, para salvar a las ballenas o en pro de la liga homosexual, porque eso sí, si eres homosexual no eres casta, aunque existan homosexuales en todas las formaciones políticas, y sea gracias a uno de los partidos de la casta que los homosexuales hoy día puedan contraer matrimonio.

Podemos se define como un intelectual colectivo, cuya única jerarquía es a favor de la comunidad. Esto me recuerda mucho al ideario de Falange Española, así que me he ido a su página web y he hecho una serie de traducciones:

                PODEMOS                                                                     FALANGE

Colectivo de individuos éticamente superior    Unidad de destino en lo universal
Obrero                                                                              Católico
Pueblo en marcha                                                          Cruzada
Élite creadora                                                                  Autoridad, jerarquía y orden
Ciudadanía, ilusión, dignidad y soberanía        Unión, cooperación fraterna, amor




Ambos idearios me resultan igualmente atractivos: hacer la revolución social o católica, acabar con la crisis de fe que es la lepra de nuestra sociedad, con las clases sociales que intentan imponernos su doctrina mayoritaria. Ser un referente mundial de personas con unos valores superiores. Me encanta. Sólo espero que tras el 20D, si no se cumplen sus deseos, Iglesias no amenace con convertirse en calabaza como hizo Kirchner hace un par de días. Iba a hacer el chiste fácil del príncipe azul con Errejón, pero se me ha fastidiado, porque ése ya es sapo.

Íñigo Errejón

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