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miércoles, 24 de febrero de 2016

Quiérete mucho

Enhorabuena, si estás leyendo esto es que has sobrevivido a la vorágine comercial de San Valentín. Tranquilo, ya pasó. Yo no tengo nada en contra de que los comercios intenten obtener beneficios a cambio de vendernos felicidad (de hecho Coca-Cola lleva haciéndolo décadas y a nadie parece molestarle), sólo que me molesta tener que ser feliz, o estar enamorada, el día del año que me digan otros, rebeldía intrínseca. 

Ahora que volvemos a poder ser nosotros mismos hasta que dentro de diez días El Corte Inglés anuncie la llegada de la primavera mientras nos cagamos de frío, me gustaría hablar de autoestima, una palabra que se ha llegado a poner tan de moda en la psicología popular que normalmente ya es de uso generalizado en panaderías, mercados, parques, plazas públicas y hasta el bar de la esquina, pero como dice Federico Luppi en Martín Hache, "el mejor psicoanalista es un barman".

Es un tópico poner en la picota a los famosos, hasta existen programas de televisión dedicados a ello, aunque no se llamen La Picota, y tienen unos índices de audiencia altísimos. Suele decirse que cuando una persona tiene éxito es criticado fundamentalmente por envidia, lo que no se suele decir, es que esas personas que han alcanzado sus objetivos máximos en la vida, son muchas veces tan normales como las demás, es decir, tienen múltiples defectos que parecen sorprender al público de a pie: nos gusta tanto ese cantante que no aceptamos que tenga esa nariz tan fea, esa actriz ha hecho un papel tan maravilloso que no entendemos que maltrate públicamente a su ex marido, esa modelo tan guapa por qué no habla nunca con la prensa...Nuestras abuelas, que eran mucho mejores psicoanalistas que cualquier barman, tenían la respuesta a estas disquisiciones, cuando decían que "nadie es perfecto".

Cuando nos decepcionamos por esos pequeños defectos o vulgaridades de estos personajes a los que admiramos, estamos siendo víctimas de lo que en psicología se llama el efecto Halo, que no es más que generalizar la admiración que sentimos por una característica positiva a la totalidad del individuo, llegando al punto de exigencia, es decir, les pedimos que sean perfectos en todo. Obviamente esto no es posible, ya lo decían nuestras abuelas, y lo que deberíamos preguntarnos entonces es ¿y por qué han triunfado si son, casi como yo? La respuesta es complicada porque son muchos los caminos que llegan al éxito, pero un componente esencial que normalmente las personas de éxito suelen tener es una alta autoestima. Esto quiere decir que, aún teniendo defectos como cualquier hijo de vecino, han conseguido resaltar sus aspectos positivos y sacar ventaja de la mejor versión de sí mismos que es la que presentan a los demás. Por eso a poco que ahondemos vemos sus defectos, porque realmente los tienen, porque son como nosotros.


Siempre que alguien me dice que tiene la autoestima baja yo le propongo como ejemplo a seguir a Jesulín de Ubrique. Sí, la gente se ríe, pero yo lo digo muy en serio. Cuando Jesulín decidió vivir de algo menos arriesgado que el toreo y grabó un disco, recuerdo que hasta los más antitaurinos como yo, pedimos a los dioses que volviera al ruedo. Cantar no era lo suyo, definitivamente, pero cuando los periodistas le preguntaban por sus dotes como cantante él siempre respondía con la misma frase: "vargo musho".


Tampoco hay que irse a ese extremo.  Para quererse a uno mismo es fundamental el autoconocimiento, es decir, saber de las propias virtudes y conocer también nuestras limitaciones. Un principio fundamental para alcanzar la felicidad es proponerse en la vida objetivos realistas, y por eso debemos conocernos bien (y seguramente por eso Jesulín dejó de cantar y volvió a los ruedos).

Así que ahora que pasó San Valentín, quiero daros unos consejos de psicóloga para que os queráis más a vosotros mismos, independientemente de si alguien os quiere o no:
  • Aceptar que uno puede cambiar. No hay que esperar ayuda de los dioses, o que cambien las circunstancias o los demás, el cambio a veces ha de empezar por uno mismo. Esto es especialmente indicado para las típicas personas que justifican todo con un es que yo soy así. Si eres así y no te funciona, cambia.
  • Analizar cuáles son nuestros puntos fuertes y explotarlos. En el fondo todos nos conocemos y sabemos qué es lo que mejor se nos da, hagámoslo.
  • Escuchar lo que otros dicen de nosotros mismos. A veces uno se da cuenta de sus habilidades a través de terceras personas, también es una forma de descubrir aspectos que mejorar.
  • Gratificarnos cuando algo nos sale bien. Como estamos explotando nuestros puntos fuertes y planteándonos objetivos realistas, las cosas nos van a ir bien, y está bien celebrarlo.
  • Usar autoinstrucciones positivas. Repetirnos interiormente que las cosas van a ir bien y que estamos haciendo lo correcto, puesto que muchas veces somos nuestros mayores críticos destructivos y eso es muy perjudicial. Somos la persona a la que más caso hacemos, tratémonos bien.
  • Hacer cada día algo que nos haga sentir bien. Dedicarnos aunque sea cinco minutos y disfrutar de ese momento: una canción, un rato de lectura, deporte, dibujar. Algo en solitario que nos despeje y nos facilite la introspección.
Ahí quedan los consejos para los que os queréis poco, a mí me han funcionado y ahora me caigo mejor a mí misma que hace un tiempo. Me gustaría terminar diciendo que tener una autoestima a prueba de hierro no es suficiente para lograrlo todo, pero quererse a uno mismo es el primer paso para poder mejorar cada día aprendiendo de nuestros errores y potenciando nuestras mejores capacidades. Las personas con una autoestima adecuada (tampoco hay que pasarse) suelen tener más éxito en todo lo que emprenden y al ofrecer una imagen realista de sí mismos, también caen mejor a los demás y por tanto tienen más amigos.

3 comentarios:

  1. Y esto por qué no me lo dijiste cuando Paco, el barman, no paraba de decir tonterías. Si me hubiera leído esto entonces hubiera hecho sombra a Jesulín, jeje.

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    1. Tú para hacer sombra no necesitas ni ponerte en pie, y si alguien tiene dudas, que vea cómo se funden poesía y fútbol en vayapartido.blogspot.com.es.

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  2. Muy interesante el artículo, de verdad es gratificante leer este tipo de escritos, son como una vitamina que va directo al cerebro y obliga a reflexionar. Gracias por hacerlo llegar y estoy totalmente de acuerdo con el comentario de Esther Pulido.

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