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jueves, 4 de febrero de 2016

Dime cómo conduces y té diré qué padeces

Casi siempre que digo que soy psicóloga la gente me mira como si pudiera leer la mente. Otros como si con observarlos pudiera adivinar cómo es su sexualidad. Por si alguno de los que lee esto es de uno de estos grupos, aclararé que no, los psicólogos no leemos la mente, aunque eso facilitaría mucho nuestro trabajo, pero también haría nuestra vida muy aburrida: a mí me encanta que la gente me sorprenda. Lo que sí hago muchas veces es un análisis psicológico del quehacer cotidiano de ciertas personas, pero sólo para divertirme, o a veces para tratar de entenderlos mejor. Hoy voy a compartir mi particular visión de cómo refleja cada sujeto sus debilidades psicológicas a la hora de conducir.



Una de las primeras cosas que se aprende al estudiar Psicología es que la línea entre la salud psíquica y la patología es fina, y está delimitada por el grado de afectación que tiene el sujeto en su vida diaria, personal, familiar, laboral y social. Esto quiere decir que todos tenemos síntomas de los distintos trastornos e incluso podemos experimentarlos con mayor o menor intensidad a lo largo de nuestras vidas, sin llegar a padecer la patología en sí. Basándome en estos síntomas voy a hacer una parodia con el objetivo de que hacernos conscientes de que todos compartimos síntomas, nos haga ser más respetuosos con las personas que por la magnitud de los mismos llegan a padecer un trastorno mental.
  • Si  tratas de controlar metódicamente cada parámetro del vehículo, cualquier piloto de alarma, incluso lo más irrelevante, como el líquido de limpiaparabrisas, te pone nerviosísimo,  haces listas mentales de los posibles fallos y sus soluciones y siempre llegas tarde porque vuelves al aparcamiento varias veces para comprobar que están cerradas todas las puertas, tienes síntomas del Trastorno Obsesivo Compulsivo.
  • Si  conduces como si estuvieras en un vídeo juego,  tu mente organiza adelantamientos de vértigo porque no soportas ir detrás de otro vehículo, independientemente de la velocidad a la que vaya, te diviertes colándote en los atascos y aparcas como si estuvieras en una partida de Tetris, tienes síntomas de ludopatía, el trastorno de adicción al juego.
  • Si tu forma de conducir es desafiante, vertiginosa, temeraria, si cuando conduces vives otra realidad en la que te sientes por encima del bien y del mal, como si un escudo protector velara  por tu integridad, tienes síntomas del trastorno por adicción a sustancias.
  • Si conduces como si fueras el protagonista de una campaña de tráfico, si cada vez que oyes hablar de un accidente piensas que te puede pasar a ti, si aún guardas secuelas de aquella vez en la que atropellaste a un conejito imprudente, si las maniobras de aparcamiento con el volante irritan tu piel a pesar de la dirección asistida, tienes síntomas de hipocondría.
  • Si piensas que los demás conductores son malos por naturaleza, tienes pensamientos recurrentes sobre la muerte cuando vas al volante o conduces en estado de alerta porque crees que estadísticamente es más que probable tener un accidente de tráfico a lo largo de la vida y estás esperando "que llegue tu hora", tienes síntomas de un trastorno depresivo.
  • Si cuando conduces sientes el deseo irrefrenable de parar porque crees que tu cuerpo está cubierto por insectos que caminan bajo tu piel, tienes síntomas de una alucinación táctil llamada formicación, vamos, que eres un formicador, lee bien y no te hagas ilusiones.
  • Si cuando conduces piensas que los demás van contra ti, que conspiran para que "parezca un accidente", que tienen razones secretas para interponerse en tu camino, tienes síntomas del trastorno delirante.
  • Si cuando conduces hay una voz que continuamente te indica lo que debes hacer o te advierte de peligros, si hablas con un copiloto imaginario, tienes síntomas del trastorno disociativo, comúnmente llamado personalidad múltiple.
  • Si mientras conduces sientes sensación de ahogo, calor, sudoración y aprovechas para rememorar esas situaciones diarias que te provocan mayor estrés, si piensas en tu suegra reiteradamente,  tienes síntomas de un trastorno de ansiedad.

  • Si en algunos momentos de la conducción estallas en ira y sueltas improperios de todo tipo, llegando a desear cosas terribles a otros conductores e imaginando conductas sádicas y violentas con ellos, tienes síntomas de un trastorno explosivo intermitente.
  • Si tu coche es como un supermercado en la sección de alimentación y no puedes parar de comer mientras conduces, si has aprendido hasta a desenvolver comida con los dientes y conducir con una sola mano, tienes síntomas de bulimia, un trastorno de la alimentación.
  • Si sientes la necesidad de hacer extravagancias mientras conduces y te gusta grabarlas y publicarlas en las redes sociales, no eres un exhibicionista, tan sólo un imbécil que está poniendo en peligro su vida y la de los demás, para eso no hay terapia....
Me gustaría terminar con una serie de recomendaciones sobre cosas que no se deben hacer o sí, en el coche, desde el punto de vista psicológico, porque influyen en nuestra conducción. Desgraciadamente pasamos mucho tiempo en el coche y la mayor parte de él a solas, por lo que deberíamos plantearnos que es un tiempo precioso para dedicarnos a nosotros mismos, para cuidarnos espiritualmente y hacer cosas que nos ayuden a estar mejor y afrontar el día de una forma más efectiva. Algunas de estas cosas beneficiosas para el espíritu son sencillas pero hay que esforzarse y buscar un momento para hacerlas, el coche es ideal:
  • Cantar, porque está demostrado que la música estimula nuestra parte más creativa y nos relaja. La música hace que salga a flote esa mejor versión de nosotros mismos que tantas veces buscamos.
  • Recordar cosas positivas, porque la inteligencia emocional incluye nuestra memoria y nos va a generar un estado positivo que nos durará, al menos hasta que un indeseable nos lo estropee...
  • Buscar soluciones a problemas cotidianos, intentando ser resolutivo y creativo, sin la presión de tener que atender al móvil o a otras personas.
  • Darnos autoinstrucciones y autopiropos: hoy te va a salir todo bien, qué guapo estás hoy.
  • Hacer planes que nos gusten, aunque luego no siempre se cumplan.


Cosas que bajo ningún concepto se deben hacer en el coche son todas aquéllas que nos suponen una carga emocional negativa, puesto que somos animales de conducta y acabaremos asociando el coche con esa serie de actitudes erróneas:
  • Llorar pensando que nadie nos ve, garantiza desahogo inmediato, pero dolor de cabeza e irritación ocular todo el día, además de dificultar la conducción.
  • Rumiar, insistir de manera obsesiva en un pensamiento que con frecuencia nos hace daño (mi jefe me detesta, no voy a curarme de esta enfermedad...), bueno esto es algo que no se debería hacer en ningún sitio, pero menos en el coche.
  • Discutir, porque altera negativamente nuestra percepción de la realidad, incluida la realidad al volante.
  • Desahogarse con los demás viajeros del coche por los debacles y sinsabores del tráfico, en primer lugar porque los demás no tienen la culpa y en segundo porque acaba convirtiendo al coche en el lugar del conflicto diario, puesto que todos los días hay situaciones irritantes en el tráfico.


Os preguntaréis cómo conduzco yo, por supuesto tenéis derecho a saberlo. Los días buenos conduzco como una psicópata (inalterable, sin dejarme arrastrar por emociones de ningún tipo), los días malos como una ludópata y el resto como una drogadicta, que para eso soy cafeinómana, a mucha honra.



                   

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