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martes, 16 de febrero de 2016

No es país para esta gente

Aún a riesgo de que me llamen fascista, hoy me voy a poner seria. Y es que ahora resulta que las nuevas fuerzas de izquierda son tan jocosas, chistosas y mediáticas que si uno se pone serio, es fascista, si uno se preocupa por el futuro incierto de este país, es fascista, y ya si a este país lo llama uno España, ni te cuento, fascista. Y las nuevas pintadas lo dicen claro: fascistas al paredón, que toca vengarse. Hace pocos días cumplí 44 años y ya no tengo complejos, así que llamo a las cosas por su nombre, incluyendo a este país, y a mí que me llamen lo que quieran.,,

En fin, que ahora que el padre nuestro incluye la palabra coño, puedo decir que estoy hasta el padre nuestro de que se burlen de mí, de que se gasten mi dinero y de que se crean más listos que yo sólo porque han engañado a unos cuantos millones de electores. Ya lo dije en otra ocasión: el único análisis certero del resultado electoral fue que los españoles queríamos pluralidad en el Congreso y que las fuerzas políticas dialogaran. En eso quedó, en reflexión postelectoral, porque aquí no dialoga nadie. Conclusión: se están burlando de nosotros, de todos.

Obviamente yo no mandaría a nadie al paredón, ni a unos ni a otros, aunque confieso que estos días cuando termina el informativo, algunas veces me gustaría hacer con los personajes de la escena política lo que Andrés Hurtado, el protagonista de El árbol de la ciencia en la puerta de la plaza de toros...pero como mi talante es pacifista, prefiero disparar con la palabra.

España a la deriva

España sigue siendo un país a la deriva y no veo visos de que alguien tome las riendas. El partido más votado se retira del juego, por ahora, ocupado en realizar una colada donde hay más manchas que jabón, y constituyendo un claro exponente de esta deriva en la que las primeras ratas ya saltan del barco y otras se parapetan en sus aforados asientos para evadir a la justicia.

El socialista que desunió el partido
Del otro lado están los otros, los menos votados pero con más ganas. Éstos últimos son los que están salvando la cuesta de enero de los dibujantes de tiras cómicas, porque les dan mucho trabajo y además se lo facilitan sobremanera. Al protagonista de la historia, el que ahora tiene las llaves para gobernar, mejor dicho, la responsabilidad de formar gobierno, se pasa el día de despacho en despacho intentando contentar a todo el mundo pero sin asegurar nada. Me recuerda al típico pardillo del colegio que intentaba caerle bien a todos pero no conseguía que nadie compartiera con él su bocadillo: ni dentro de su propio partido cuenta con todos los apoyos que debiera.

Utopía novelada
Y luego están los nuevos ricos, perdón, nuevos votados, pero que se comportan como si llevaran en el poder toda la vida. Han hecho un documento de 98 páginas sobre las maravillas que van a hacer con este país, sin nombre, porque parece que ellos sí tienen complejos. Estos nuevos votados son ateos, como yo, pero a la hora de pedir, como dice mi padre piden más que un cura: 15 ministerios, 15!!, una vicepresidencia multifuncional, convertir el BOE en su propio blog, el CNI, la RTVE (que se pasaría a llamar RTVdep, de este país), el CIS y un largo etcétera. A cambio nos garantizan lo imposible. Iba a decir que estoy deseando verlo, pero la verdad es que no: me asusta que el líder de un partido que se define como asambleario y populista se proponga a sí mismo con tantísimo poder.

De los demás partidos ya casi ni se habla, cuando de repente el CIS (se ve que aún no está manipulado), publica una encuesta de valoración de líderes y resulta que al que más queremos es al menos votado, ¿qué estamos haciendo mal?

En fin, que mientras seguimos siendo el hazmerreír de Europa: un país retrógrado y machista, que no tiene una ley de educación coherente ni continua, que trabaja todo el día y no concilia la vida familiar y laboral, que no controla su gasto ni su caja B, que vive de subvenciones y todas esas cosas que piensan de nosotros los europeos más avanzados del norte, ésos que lideran los índices de suicidios por habitante pero gobiernan con más inteligencia y civismo.

Pues bien, pido lo imposible: quiero ser feliz y tener un país con gobierno inteligente, y para todos de verdad, para todos los que el 20D nos molestamos en ir a las urnas y decir lo que queríamos. Quiero un gobierno plural, responsable, con miras de futuro, comprometido, honesto y que se preocupe por las cosas que de verdad importan: la educación, la sanidad, las relaciones con el exterior, la economía, el trabajo. Y como de todos los habitantes del hemiciclo no se me ocurre ninguno que pueda llevar esto a cabo, propongo como presidente a Diego, el bebé de Carolina Bescansa, que pese a su genética, todavía está en edad de ser honesto.

Diego for president





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