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lunes, 14 de marzo de 2016

Tortilla de patatas y besos de tornillo

A veces pienso que quienes creen que aún estamos en plena dictadura franquista tienen razón, me pasa siempre que en una reunión alguien habla de sexo, en broma o en serio, y empiezan a sonar risitas. También cuando un político para llamar la atención, en lugar de decir algo sensato, que sería original, se besa con otro de su mismo sexo en mitad del Congreso (o Congresa, puestos a decir paridas, digo, a ser paritarios). Y es que en este país que se llama España, los términos "teta", "culo" y similares despiertan aún la misma hilaridad que en nuestros supuestamente reprimidos abuelos...


Antilibidinosa sesión parlamentaria
En fin, para lo bueno y para lo malo, somos católicos y mediterráneos. Esto conlleva ciertos estereotipos, incluidos los sexuales, en los que claramente las mujeres salimos perdiendo: del hombre se espera masculinidad, fuerza, osadía, experiencia y disponibilidad sexual; de la mujer, feminidad, sumisión, recato e inexperiencia. Todo lo que se salga de estos estereotipos provoca risitas o peor, prejuicios. Y es que el sexo interesa a todo el mundo, divierte a todo el mundo, motiva enormemente (si tienes dudas, pregúntate por qué estás leyendo esta entrada), pero en la vida real, nadie quiere hablar de sexo (vuelve a preguntarte, cuáles son las conversaciones más difíciles que has tenido con tu pareja y con tus hijos).

Los americanos que son, para ciertas cosas, sobradamente horteras, no tienen problemas de ese tipo, aceptan las contradicciones de la vida. En el día de hoy celebran the steak and blowjob day, justo un mes después de San Valentín, en defensa de lo que, según ellos, los hombres más valoran y merecen si el susodicho sanvalentín ha sido del agrado de las féminas. Hacen eso en un país con férrea tradición anglosajona, en el que aún existen leyes que prohíben ciertas prácticas sexuales implicadas en esta misma celebración, eso sí, sin hablar del tema el resto del año. Pobres, bastante tienen con soportar a Donald Trump intentando sacar rédito electoral del tamaño de sus atributos masculinos. Efectivamente, cuando siento vergüenza ajena por la política nacional, me quito complejos viendo la sección internacional del informativo.



Cuánto daño hace la erótica del poder
Nosotros los latinos no tenemos esa supuesta doble moral de los anglosajones, nos libramos de eso y de los telepredicadores, por ahora (lo de la teletienda no cuenta), pero seguimos viviendo en una sociedad que evita el sexo abiertamente, aunque lo tiene todo el día en la boca: cojonudo, coñazo, de puta madre, cojones, coño, y los múltiples sustitutos que aluden a lo mismo: los huevos, el mango, la papaya, el conejo y el gaditano chocho. Y por supuesto, la valoración de cualquiera cambia en función de su práctica sexual habitual, sea conocida (es lesbiana y concejal, cómo mola) o supuesta (mi jefe anoche no pilló y se nota).


Las hijas del Cid a merced del lobo
El sexo domina nuestras relaciones y nuestra política desde épocas ancestrales, y si no, que les pregunten a las afrentadas hijas del Cid, a Juana La Loca, a Zoraida o Alfonso XII. todos protagonistas de historias combinadas de amor y sexo con consecuencias políticas importantes. Podría continuar la lista y terminarla con la infanta que se enamora del guaperas que se excita geográficamente, pero no tienen categoría para mi enumeración.

Así somos nosotros: los hombres bromean con el sexo y las mujeres nos reímos, porque si alguna se atreve a opinar, se la juega. Yo soy de las que opinan, porque para qué quiere uno una opinión, si no puede compartirla, y además me permito bromear sobre sexo, porque nunca me he tenido en un estatus diferente al de los hombres, mal que le pese a alguno. Para los que estéis interesados en profundizar en las diferentes visiones de la sexualidad por géneros, os recomiendo como lectura Homo Erectus, de Juan Eslava Galán (el hombre que más me ha hecho reír sin tener la suerte de haberlo conocido nunca, maravilloso escritor andaluz, por cierto), que es una visión inevitablemente masculina pero fantástica y divertidísima de los encuentros y desencuentros entre ambos géneros a lo largo de la historia. Desde luego que lo he leído, a pesar de las propias advertencias del autor en la portada...



Leyendo el "Manual para hombres que NO deben leer las mujeres"

Creo que este país tardará mucho en cambiar, y tampoco veo necesario llegar a los extremos de frialdad de los anglosajones o los europeos del norte, porque aunque mientras éstos últimos intercambian parejas y vivencias sexuales con la facilidad con que nosotros tomamos unas cañas, eso nos supondría perder nuestra pasión, el juego, la tensión sexual, el deshojar de la margarita y los juramentos eternos que uno formula y cree durante unas cuantas horas. Todo esto y la diferencia de roles entre hombres y mujeres es parte esencial de nuestra cultura latina, mirar hacia otro lado y querer cambiar a toda costa sería como renunciar a parte de nuestra identidad, creo que es mejor adaptar esta identidad a los tiempos modernos que nos ha tocado vivir. Por todo esto, propongo consagrar este 14 de marzo como día de la tortilla de patata y los besos de tornillo, dos de las cosas que más me gustan en el mundo. Llamadme hortera, pero no se me ocurre nada más eróticamente autóctono que un beso con regusto a aceite de oliva, faltaría más.



Hasta que se acepte mi propuesta, hoy, 14 de marzo (mes tres), los matemáticos celebran el día Pi, Para los que no creaís que sexo y matemáticas son compatibles, os dejo El Teorema de Thales, una de mis canciones favoritas de Les Luthiers.




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