Esta mañana me he levantado con una nueva convocatoria por WhatsApp, en
esta ocasión para protestar contra el feminicidio sustituyendo nuestra imagen de
perfil por un lazo violeta en señal de protesta. En lo que va de año, 48
mujeres han muerto a manos de sus parejas, no considero que ninguna de
esas muertes fuera un feminicidio, ninguna murió sólo por su condición de
mujer, murieron porque no supieron escapar a tiempo, porque no
denunciaron, porque no pidieron ayuda, porque nadie acudió a sus gritos,
porque no se defendieron o no tuvieron oportunidad de hacerlo, porque
confiaron en la persona equivocada, porque estaban en el lugar equivocado,
porque creyeron que estaban solas, porque alguien les dijo que había que
aguantar.
Lo repugnante de estas muertes es que se producen a manos de la persona en
quien más has confiado, aquélla con la que has hecho tu proyecto de vida,
quién nunca pensarías que te iba a dañar. Tengo hijas, no pienso que nadie
las vaya a asesinar por ser mujeres, tengo un hijo, no creo que sea un
asesino en potencia.
Lo siento, no creo en el poder de los lazos. No necesito mostrar con un
lazo que estoy en contra de la violencia de género, de la
violencia en general, la simple duda me ofende. Creo que es el momento de
pensar de verdad en por qué a pesar de las campañas institucionales o sociales,
de las penas cada vez más disuasorias y de las medidas judiciales
protectoras, estos asesinatos siguen aumentando, además de los casos de
maltrato que no tienen tan terrible final.
Siempre he odiado los estereotipos. Soy mujer, heterosexual, me encantan
los hombres y me gustan precisamente aquellas cosas que nos diferencian de
ellos. Nunca he considerado que tuviera que pedir permiso para tener los
mismos derechos y privilegios que un hombre, simplemente me los he tomado
como propios. Convertir el problema de la violencia de género en una
guerra de géneros, en la que ensalzar las bondades de un género se consigue
demonizando los defectos del otro no es el camino. El problema de la
violencia de género es social, afecta a toda la sociedad (hay casos en
cualquier estrato social, en cualquier lugar de nuestra geografía) y por
tanto es la sociedad quien debe resolverlo, apoyándose en las
instituciones, por supuesto.
Ésta es mi propuesta: da
la cara contra la violencia de género. Coeduca a tus hijos e hijas en la igualdad, no
fortalezcas la guerra de sexos. No repitas los estereotipos, no cuentes
chistes feministas, ni machistas (yo misma lo he hecho). No alimentes el
odio contra el príncipe azul, enseña a tus hijos a decir no, a ser
valientes, a amar las diferencias, a dialogar. Denuncia todas las
situaciones de desigualdad que tengas al lado, ofrece ayuda, pregunta a
esa vecina que hoy tiene mala cara, mantente alerta, escucha lo que te
cuentan tus hijos del colegio. Y nunca, jamás, conviertas a tu padre a tu
marido a tu hermano a tu hijo en un asesino usando la terrible frase
"todos los hombres son iguales", porque precisamente
quien me ha convocado a la campaña esta mañana, ha sido un hombre. Creo
que cuando consigamos hacer todo esto, nos podremos poner un lazo, o
incluso una medalla, que merecida la tendremos.
Y a pesar de que la Ley Orgánica contra la violencia de género los deja fuera, porque sólo considera víctimas a las mujeres, ser hombre no te protege de sufrir una agresión por parte de tu pareja, y desgraciadamente son muchos los hombres que mueren cada año de esta forma.
Y a pesar de que la Ley Orgánica contra la violencia de género los deja fuera, porque sólo considera víctimas a las mujeres, ser hombre no te protege de sufrir una agresión por parte de tu pareja, y desgraciadamente son muchos los hombres que mueren cada año de esta forma.
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