Anoche me acosté con Pedro Sánchez. Podría
haber dicho que me acosté con los cuatro, ya que me repantingué en mi sofá con
la clara intención de escucharlos (a pesar de que había prometido que no lo
haría, ya lo sé), pero el cansancio de todo el día se fue apoderando poco a
poco de mi capacidad de concentración y, ayudado por cuatro vocecillas que
pedían el voto con tono monótono, me venció el sopor. Cuando desperté, Pedro
Sánchez seguía echándole en cara a Mariano Rajoy todos los males que sufre este país y
asegurando que esto con ellos no habría pasado….por eso digo que me acosté con
Pedro Sánchez, porque fue él mi impulso para viajar del sofá a la cama. Había
conseguido escucharlos más de dos horas, pero amenazaban con seguir con lo
mismo.
El debate de ayer me gustó aún menos de lo
que esperaba. Para empezar no me pareció un debate, sino un examen oral: un
tribunal que no evalúa pregunta por turnos a cuatro alumnos, de los cuales el
repetidor es el que menos nervios aparenta tener. Para debatir hay que mirarse
a la cara, y anoche eso no llegó a ocurrir. Lo que vi fue cuatro estatuas
griegas (hieráticas, que no atléticas) posando todo el tiempo, maquillados como
cangrejos pasados de cocción y mirando al tribunal en lugar de a la cámara.
El examen oral |
Desde el punto de vista psicológico, la
actitud de los cuatro fue acorde con el plató, aséptica. Repitieron los roles
que se les han asignado para subir en las encuestas: el experto, el ilusionado,
el responsable y el salvador. Cero para todos en comunicación no verbal, excepto
para Iglesias. Los otros tres llevaban tan estudiado el papel que ni
manifestaron emociones, lo cual me preocupa enormemente, dicho sea de paso.
Algún arquear de cejas, alguna negación con la cabeza o con la manita, algún
giro de caderas cuando se les suponía enervados por el contrario, pero poca
cosa. El señor Sánchez creo que contó algún chiste, lo sé porque él mismo se
rio, pero por suerte no soy capaz de recordarlo. El señor Rivera llevaba unas
fichas con recortes de prensa, me recordaban a un juego que tienen mis hijos
para aprender el abecedario: con C de Corrupción… El gran actor de la noche,
únicamente, el señor Iglesias, que como nosotros somos la plebe y no la Academia
del Cine, decidió no ponerse corbata, y que ahora parece ser que cree en dios
(además de en la socialdemocracia), porque continuamente miraba al cielo y al
infierno, y extendía los brazos en posición oratoria. Le faltó rasgarse las
vestiduras, pero eso para la próxima, que no se descartan las terceras
elecciones.
Con C de Corrupción |
Vi dos horas de debate, pero me podía
haber levantado a los veinte minutos con las ideas claras, porque para mí se
retrataron en la primera frase: “transmito mis condolencias a las víctimas de
la masacre de Orlando”. ¿Víctimas de qué? Para unos de la homofobia, para otros
del terrorismo y para alguno de ambos. Si de mi voto depende, nunca llegará a
ser presidente alguien que no condene cualquier forma de terrorismo. Condenar
el terror es lo natural, como lo es el apego a nuestros congéneres por encima
de su identidad sexual. Lo antinatural no es la homosexualidad, sino el
terrorismo y la homofobia.
Respecto al resto del debate, lo que vi me
recordó al famoso bolero “Si nos dejan”. Todos ellos tienen tan claro que no
van a poder gobernar en solitario que se dedicaron a pedir el voto para tener
más fuerza dentro de su pacto. Todos fueron aclamados al grito de “presidente,
presidente” al llegar a sus respectivas sedes, pero ninguno se lo acaba de
creer y eso se nota. ¿Cómo serán la educación, la sanidad, las
pensiones, las ayudas públicas, los impuestos, las infraestructuras, la
política internacional, la economía, la capacidad adquisitiva de las familias,
la atención a la mujer, a la infancia, a los dependientes…? Serán maravillosas,
pero para eso nos tienen que dejar gobernar a nosotros, nos tienen que votar, tienen
que asumir las uniones pre y post electorales, tienen que respetar nuestro
acuerdo de investidura, tienen que conseguir con su voto que los demás no
tengan fuerza representativa en las comisiones parlamentarias, en el Senado…que
nuestro candidato sea el presidente y cuatro años después….
Y yo me pregunto: ¿y si no los dejamos?
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